Tercer largometraje del director, rodado en Madrid, sobre todo en sesiones nocturnas, durante 6 semanas, con un presupuesto de 1,2 millones de euros. Se presentó en el Festival de Sitges y fue nominado al Goya a la mejor actriz revelación (María Esteve).

La acción tiene lugar en Madrid en 1997. Narra la historia de Carlota, una muchacha de 27 años, inquieta, vitalista e independiente, que trabaja como chófer de una ambulacia del SAMUR formando equipo con Rodrigo (Roberto Álvarez), médico de urgencias. Vive aceleradamente, buscando pareja para estabilizar su vida, llenar el vacío de su soledad y sentirse realizada con plenitud. La búsqueda le depara fracasos, que progresivamente convierten su objetivo en una frenética obsesión. Cuando en un servicio profesional, conoce a Josemari (Coque Malla), cree haber encontrado al nº 1 de su vida. Él es profesor de EGB de día y dibuja comics pornos y gore de noche.

La película describe las angustias, inquietudes y crisis de una parte de la generación de jóvenes que se acercan a los 30 años, cuando muchos de ellos sienten la necesidad de formar pareja, encontrar la felicidad y organizarse un futuro de vida en familia. La película desmitifica los fundamentos de estas crisis y muestra los errores de las carreras por alcanzar metas que no son necesariamente prioritarias: hay alternativas buenas o mejores y no son convenientes ni las obsesiones ni las prisas gratuitas. Además, la película muestra la inclinación que sienten los que pronto serán treintañeros a vivir sin compromisos personales, familiares, laborales, etc. La inestabilidad y las incertidumbres derivadas de una sociedad competitiva, de empleos precarios, despidos fáciles, infidelidades y deslealtades, etc., determinan la prevalencia de unos valores en los que prima la libertad sobre el compromiso.

La música incluye un elenco variado de estilos: del vals a melodías rápidas, divertidas y composiciones rítmicas y coloristas, que subrayan las emociones asociadas a las incidencias de la acción. La fotografía, a cargo del veterano Hans Burman, aporta una narración visual muy atractiva y fresca, realizada con pericia y ritmo. El guión describe muy bien el personaje protagonista de Carlota, en torno al cual giran los demás. Cuenta una historia que sin ser del todo nueva (la novedad no es un valor absoluto), contiene elementos interesantes y gratamente entretenidos. Los diálogos están escritos con maestría y gracia ("cara de lápiz"). La interpretación de María Esteve luce soltura, gracia y simpatía. Roberto Álvarez cumple con exquisita corrección en un papel, de contraste: persona pausada, seria y reflexiva. La dirección trata con sumo cariño a la protagonista e imprime a la acción un ritmo intenso, marcado en gran medida por las urgencias que atienden los sevicios de ambulancia.

Película entretenida y colorista, escrita con pasión y rodada con convicción. Aporta una interesante descripción de una generación que afronta problemas nuevos e inéditos.