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Intriga. Cine negro
Los periodistas del Sentinel están a punto terminar la edición del periódico. En los pasillos y en las mesas se conspira y se intriga para hacerse con la dirección del diario. Mientras tanto, un criminal que se dedica a matar mujeres jóvenes, tras cada asesinato, deja a la policía un mensaje escrito con pintalabios. En el periódico se establece una feroz competición: el primero que consiga la noticia de la captura del asesino "del ... [+]
9 de agosto de 2009
46 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
Penúltimo film americano de Fritz Lang (1890-1976). El guión, de Casey Robinson (“Las nieves del Kilimanjaro, King, 1952), adapta la novela “The Bloody Spur” (1953), de Charles Einstein (1929-2007). Se rueda, en 5 semanas, en escenarios reales (Metro de L.A., Ayuntamiento de L.A. ...) y en estudio. Producido por Bert E. Friedlob para Thor Productions Inc., se proyecta en público, en sesión de preestreno, el 16-V-1956 (NYC).
La acción dramática tiene lugar en NYC a lo largo de varias semanas del verano de 1955. Un misterioso asesino en serie de mujeres jóvenes y solas, al que la prensa llama “El asesino del lápiz de labios”, mata a Judith Felton (White), provocando el pánico entre las jóvenes de NYC. La muerte por causas naturales del magnate Amos Kyne (Warwick), propietario y director de la corporación Kyne Inc., que agrupa 10 diarios y otras empresas, es el motivo por el cual pasa a ocupar su lugar Walter Kyne Jr. (Price), poco apto para los negocios. Crea el puesto de director ejecutivo del grupo y anuncia que designará para ocuparlo al profesional de la casa que consiga publicar en primicia la identidad del temible asesino. La propuesta desencadena una lucha sin cuartel entre Mark Living (Sanders), responsable de la agencia de noticias, John Day Griffith (Mitchell), director del diario “New York Sentinel”, cabecera del grupo, y Harry Kritzer (Craig), director de la agencia gráfica. El joven Edward Mobley (Andrews), galardonado con un Pulitzer, no participa en la contienda y apoya la candidatura de Griffith. Interpreta al asesino John Drew Barrymore. Se implican en la acción la novia de Mobley, la joven Nancy Liggett (Forrest), la amante de Henry, Dorothy Kyne (Fleming) y la columnista de temas femeninos Mildred Donner (Lupino), de media edad, amante de Mark.
El film suma drama, cine negro, suspense y crítica social. Desarrolla dos líneas de acción simultáneas: el seguimiento del asesino, un psicópata joven, y el de la lucha competitiva de los tres profesionales que aspiran a ocupar el cargo de director ejecutivo del consorcio. La segunda línea ocupa la mayor parte del metraje y absorbe la atención central del film. En ella el realizador compone un retrato ácido y despiadado de la ambición humana y de su capacidad de movilizar los rincones más oscuros y perversos del alma humana. El ambicioso no tiene reparo en prescindir de todas las normas éticas en beneficio de conseguir sus propios fines. Tras falsas apariencias de corrección, oculta el uso de recursos deshonestos, ilícitos, vergonzosos y punibles. La ambición moviliza actitudes agresivas, traicioneras, desleales y corruptas. La ambición reviste formas diferentes y se basa en motivos no siempre coincidentes. En unos casos se asienta en la codicia y el afán de acumular riqueza. En otros aspira a conseguir notoriedad y relieve social. En otros persigue satisfacer ansias de poder.
(Sigue sin “spoilers”)
La acción dramática tiene lugar en NYC a lo largo de varias semanas del verano de 1955. Un misterioso asesino en serie de mujeres jóvenes y solas, al que la prensa llama “El asesino del lápiz de labios”, mata a Judith Felton (White), provocando el pánico entre las jóvenes de NYC. La muerte por causas naturales del magnate Amos Kyne (Warwick), propietario y director de la corporación Kyne Inc., que agrupa 10 diarios y otras empresas, es el motivo por el cual pasa a ocupar su lugar Walter Kyne Jr. (Price), poco apto para los negocios. Crea el puesto de director ejecutivo del grupo y anuncia que designará para ocuparlo al profesional de la casa que consiga publicar en primicia la identidad del temible asesino. La propuesta desencadena una lucha sin cuartel entre Mark Living (Sanders), responsable de la agencia de noticias, John Day Griffith (Mitchell), director del diario “New York Sentinel”, cabecera del grupo, y Harry Kritzer (Craig), director de la agencia gráfica. El joven Edward Mobley (Andrews), galardonado con un Pulitzer, no participa en la contienda y apoya la candidatura de Griffith. Interpreta al asesino John Drew Barrymore. Se implican en la acción la novia de Mobley, la joven Nancy Liggett (Forrest), la amante de Henry, Dorothy Kyne (Fleming) y la columnista de temas femeninos Mildred Donner (Lupino), de media edad, amante de Mark.
El film suma drama, cine negro, suspense y crítica social. Desarrolla dos líneas de acción simultáneas: el seguimiento del asesino, un psicópata joven, y el de la lucha competitiva de los tres profesionales que aspiran a ocupar el cargo de director ejecutivo del consorcio. La segunda línea ocupa la mayor parte del metraje y absorbe la atención central del film. En ella el realizador compone un retrato ácido y despiadado de la ambición humana y de su capacidad de movilizar los rincones más oscuros y perversos del alma humana. El ambicioso no tiene reparo en prescindir de todas las normas éticas en beneficio de conseguir sus propios fines. Tras falsas apariencias de corrección, oculta el uso de recursos deshonestos, ilícitos, vergonzosos y punibles. La ambición moviliza actitudes agresivas, traicioneras, desleales y corruptas. La ambición reviste formas diferentes y se basa en motivos no siempre coincidentes. En unos casos se asienta en la codicia y el afán de acumular riqueza. En otros aspira a conseguir notoriedad y relieve social. En otros persigue satisfacer ansias de poder.
(Sigue sin “spoilers”)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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La visión que Lang tiene de la vida humana es desesperanzada y pesimista, pero no lo es de modo absoluto. En su mundo siempre lucen rendijas de luz, atisbos de esperanza y comportamientos de excepción razonables y justos. Algunos comentaristas del film sostienen que en él se contienen elementos de denuncia de la delación y la opresión maccarthista (1950-56).
El guión es rico en lances diversos, que enriquecen el relato y le confieren una grata densidad. Los diálogos son agudos y expresivos. La dos historias que avanzan en paralelo están bien ensambladas y adecuadamente jerarquizadas, La combinación de las mismas aporta sugerencias que dan profundidad a la presencia del mal al poner en situación de equivalencia la perversidad del asesino, Robert Manners, y la de los contendientes en la carrera por el principal cargo ejecutivo de la corporación. Se pueden observar algunas resonancias de “M, el vampiro de Dusseldorf” (Lang, 1931). Difumina intencionadamente los límites que separan el bien y el mal en beneficio de una ambigüedad que permite aumentar y profundizar el dramatismo de la obra y sus niveles de percepción por parte del público. Tampoco separa con claridad la perversidad del asesino y su enfermedad psíquica.
Se trata de una obra equilibrada y compleja (entrecruza con habilidad las acciones de los diversos protagonistas). Hace gala de una admirable economía de medios y combina con acierto momentos de gran tensión y secuencias distendidas, como los encuentros de Ed y Nancy. El relato está punteado de ironía y humor (encuentros de Ed y Nancy, diálogos de Ed y Mildred, la figura de Living...). El final es coherente y verosímil, como corresponde a un buen trabajo. El film es una de las obras más apreciadas por Lang de su etapa americana. En opinión de algunos críticos es uno de los films indispensables del cine americano de los años 50.
La banda sonora, de Herschel Burke Gilbert (“Más allá de la duda”, Lang, 1956), ofrece composiciones de fondo y acompañamiento que alternan grupos orquestales, conjuntos de cuerdas y solos de piano, que no distraen la atención del espectador. La fotografía, de Ernest Laszlo (“Vencedores o vencidos”, Kramer, 1961), en B/N y scope, adopta la estética expresionista alemana habitual de Lang, pero en este caso la depura y estiliza para llevarla a un tono sobrio y austero que refuerza los parámetros ácidos y dramáticos del relato. Con esta obra y con “Más allá de la duda” Lang cierra su etapa americana y se traslada a Alemania, donde firma varios trabajos. Luego regresa a EEUU.
Bibliografía
Aurélien FERENCZI, “Fritz Lang”, Cahiers de Cinéma/El País, 96 págs., Prisa Innova, 2007.
J. A. SOUTO PACHECO, “Mientras Nueva York duerme”, ‘Miradas de cine’, nº 48, marzo 2006.
Quim CASAS, “Las formas de la justicia humana”, “Dossier Fritz Lang (1ª parte)”, ‘Dirigido por’, nº 367, págs. 72-75, mayo 2007.
El guión es rico en lances diversos, que enriquecen el relato y le confieren una grata densidad. Los diálogos son agudos y expresivos. La dos historias que avanzan en paralelo están bien ensambladas y adecuadamente jerarquizadas, La combinación de las mismas aporta sugerencias que dan profundidad a la presencia del mal al poner en situación de equivalencia la perversidad del asesino, Robert Manners, y la de los contendientes en la carrera por el principal cargo ejecutivo de la corporación. Se pueden observar algunas resonancias de “M, el vampiro de Dusseldorf” (Lang, 1931). Difumina intencionadamente los límites que separan el bien y el mal en beneficio de una ambigüedad que permite aumentar y profundizar el dramatismo de la obra y sus niveles de percepción por parte del público. Tampoco separa con claridad la perversidad del asesino y su enfermedad psíquica.
Se trata de una obra equilibrada y compleja (entrecruza con habilidad las acciones de los diversos protagonistas). Hace gala de una admirable economía de medios y combina con acierto momentos de gran tensión y secuencias distendidas, como los encuentros de Ed y Nancy. El relato está punteado de ironía y humor (encuentros de Ed y Nancy, diálogos de Ed y Mildred, la figura de Living...). El final es coherente y verosímil, como corresponde a un buen trabajo. El film es una de las obras más apreciadas por Lang de su etapa americana. En opinión de algunos críticos es uno de los films indispensables del cine americano de los años 50.
La banda sonora, de Herschel Burke Gilbert (“Más allá de la duda”, Lang, 1956), ofrece composiciones de fondo y acompañamiento que alternan grupos orquestales, conjuntos de cuerdas y solos de piano, que no distraen la atención del espectador. La fotografía, de Ernest Laszlo (“Vencedores o vencidos”, Kramer, 1961), en B/N y scope, adopta la estética expresionista alemana habitual de Lang, pero en este caso la depura y estiliza para llevarla a un tono sobrio y austero que refuerza los parámetros ácidos y dramáticos del relato. Con esta obra y con “Más allá de la duda” Lang cierra su etapa americana y se traslada a Alemania, donde firma varios trabajos. Luego regresa a EEUU.
Bibliografía
Aurélien FERENCZI, “Fritz Lang”, Cahiers de Cinéma/El País, 96 págs., Prisa Innova, 2007.
J. A. SOUTO PACHECO, “Mientras Nueva York duerme”, ‘Miradas de cine’, nº 48, marzo 2006.
Quim CASAS, “Las formas de la justicia humana”, “Dossier Fritz Lang (1ª parte)”, ‘Dirigido por’, nº 367, págs. 72-75, mayo 2007.