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10
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Bélico. Drama
Primera Guerra Mundial (1914-1918). En 1916, en Francia, el general Boulard ordena la conquista de una inexpugnable posición alemana y encarga esa misión al ambicioso general Mireau. El encargado de dirigir el ataque será el coronel Dax. La toma de la colina resulta un infierno, y el regimiento emprende la retirada hacia las trincheras. El alto mando militar, irritado por la derrota, decide imponer al regimiento un terrible castigo que ... [+]
28 de febrero de 2010
66 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tercer largometraje de Stanley Kubrick (1928-1999). El guión, de Kubrick, Calder Willingham y Jim Thompson, adapta libremente la novela “Paths of Glory” (1935), de Humphrey Cobb (1899-1944), que se inspira en hechos ocurridos en el ejército francés durante la IGM. Se rueda en escenarios reales de Munich y del Schleissheim Palace (Munich) y en los platós de Bavaria Filmstudios (Munich), con un presupuesto de 935.000 USD. Es nominado a un Bafta (película) y gana un Silver Ribbon (director film extranjero). Producido por James B. Harris, Kirk Douglas y Stanley Kubrick para Bryna Productions y Harris-Kubrick Productions (sin acreditar), se estrena el 25-X-1957 (Munich).
La acción dramática tiene lugar en las trincheras sin cuartel de la vanguardia y en las instalaciones del Palacio que ocupa el alto mando del ejército francés, en 1916, tras dos años de guerra. El coronel Dax (Douglas) está al mando del Regimiento 701 de infantería, destinado en el frente franco-alemán, en un punto indeterminado de los 750 km. sobre los que se extiende entre el Canal de la Mancha y Suiza. El general Broulard (Menjou), del Estado Mayor francés, ordena al general Paul Mireau (MacReady) una operación imposible: asaltar el bastión inexpugnable de la Colina de las Hormigas, ocupado por los alemanes. Miraeau considera que es una misión destinada al fracaso, pero acepta llevarla a cabo en atención a una promesa de ascenso. Dax, abogado penalista en la vida civil, es comprensivo, defiende a sus soldados, tiene principios y es idealista. Mireau es egoísta, ambicioso, autoritario y cruel. Broulard es astuto, corrupto y despiadado.
El film suma crimen, drama, guerra (IGM) y ejército. La realización corre a cargo de un joven Kubrick, de 29 años, que se apoya en su socio James B. Harris; en la experiencia como guionista de Jim Thompson ("Atraco perfecto”); en el aprendizaje extraído de sus dos películas anteriores y en la aportación de Kirk Douglas.
Kubrick presenta al ejército dividido en dos bloques. Uno es el de los mandos, que ocupan lujosos palacios, frecuentan bailes de sociedad y ven en la guerra una fuente de oportunidades de promoción, ascenso, poder y gloria. El otro bloque corresponde a los soldados, que malviven en las trincheras, se enfrentan sin pausa a la muerte, están sometidos a una disciplina estricta y a un régimen de alienación y explotación implacable. Los dos universos habitan escenarios separados, diferentes y contrapuestos. Unos son los privilegiados y los otros forman un conglomerado de excluidos y desamparados. Dice, además, que la barbarie de la guerra radica, ante todo, en la crueldad de unas condiciones de vida inhumanas y en la convivencia permanente y directa con el dolor, la fatiga, la locura y la muerte. Sin embargo, la barbarie de la guerra radica, sobre todo, en la separación de los sometidos, su consideración de marginados, la irrelevancia de su individualidad y el desprecio de que es objeto reiteradamente su dignidad.
La acción dramática tiene lugar en las trincheras sin cuartel de la vanguardia y en las instalaciones del Palacio que ocupa el alto mando del ejército francés, en 1916, tras dos años de guerra. El coronel Dax (Douglas) está al mando del Regimiento 701 de infantería, destinado en el frente franco-alemán, en un punto indeterminado de los 750 km. sobre los que se extiende entre el Canal de la Mancha y Suiza. El general Broulard (Menjou), del Estado Mayor francés, ordena al general Paul Mireau (MacReady) una operación imposible: asaltar el bastión inexpugnable de la Colina de las Hormigas, ocupado por los alemanes. Miraeau considera que es una misión destinada al fracaso, pero acepta llevarla a cabo en atención a una promesa de ascenso. Dax, abogado penalista en la vida civil, es comprensivo, defiende a sus soldados, tiene principios y es idealista. Mireau es egoísta, ambicioso, autoritario y cruel. Broulard es astuto, corrupto y despiadado.
El film suma crimen, drama, guerra (IGM) y ejército. La realización corre a cargo de un joven Kubrick, de 29 años, que se apoya en su socio James B. Harris; en la experiencia como guionista de Jim Thompson ("Atraco perfecto”); en el aprendizaje extraído de sus dos películas anteriores y en la aportación de Kirk Douglas.
Kubrick presenta al ejército dividido en dos bloques. Uno es el de los mandos, que ocupan lujosos palacios, frecuentan bailes de sociedad y ven en la guerra una fuente de oportunidades de promoción, ascenso, poder y gloria. El otro bloque corresponde a los soldados, que malviven en las trincheras, se enfrentan sin pausa a la muerte, están sometidos a una disciplina estricta y a un régimen de alienación y explotación implacable. Los dos universos habitan escenarios separados, diferentes y contrapuestos. Unos son los privilegiados y los otros forman un conglomerado de excluidos y desamparados. Dice, además, que la barbarie de la guerra radica, ante todo, en la crueldad de unas condiciones de vida inhumanas y en la convivencia permanente y directa con el dolor, la fatiga, la locura y la muerte. Sin embargo, la barbarie de la guerra radica, sobre todo, en la separación de los sometidos, su consideración de marginados, la irrelevancia de su individualidad y el desprecio de que es objeto reiteradamente su dignidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El film denuncia la disfuncionalidad del mando sometido únicamente a disciplina y obediencia, sin referencia a otras variables como la racionalidad, la optimización de recursos, la coherencia, etc. En estas condiciones, los errores son inevitables y siempre son graves cuando sus consecuencias se cuentan en pérdidas de vidas humanas. La obcecación, la ineptitud, la arbitrariedad y el capricho de los mandos generan órdenes improcedentes e irreversibles. Lo dice con claridad el general Mireau: “Si la orden era imposible (de cumplir), la única prueba que podían aportar eran sus cadáveres amontonados al fondo de la trinchera”.
Se muestra el ejercicio del mando militar como un espacio abierto a las ambiciones personales, intrigas, venganzas, componendas y deslealtades. Por ello no sólo se producen atropellos contra los soldados, manejados como carne de cañón o de horca, sino también contra los propios mandos. Una denuncia puede ser administrada convenientemente a la espera de un momento oportuno para someter, apartar o destruir a un mando oponente en la lucha de todos por el poder. Explica que en una estructura de mando jerarquizada y autoritaria los derechos humanos y los derechos humanitarios de los soldados tienden a verse arrollados, descuidados o despreciados, ya que el mando se muestra siempre más preocupado por otras cuestiones, como el prestigio, la fama, la gloria, el favor de los políticos, el reconocimiento de los medios, etc.
La cinta contiene tres escenas de homenaje. La del baile rinde testimonio de admiración a Max Ophüls con motivo de su muerte reciente. Las finales rinden homenaje a “Sin novedad en el frente”, de Milestone. La canción en alemán rinde homenaje a los soldados alemanes. La del torso desnudo de Douglas está dedicada a sus admiradoras y fans. Son escenas memorables la del fusilamiento, la sofisticada conversación de los generales en el salón del palacio, la bofetada, la confusión de una denuncia con una solicitud de ascenso, la revista de la tropa, el juicio, la cantina, la escena final y otras.
La banda sonora, de Gerald Fried (“Atraco perfecto”), aporta una partitura original breve, emotiva, intensa, seca y cortante, que suma redobles de tambor, percusión y ecos. Añade como música adaptada la Marsellesa, un vals vienés y la canción popular alemana “Der Treue Husar” (“The Faithful Hussar”). La fotografía, de Georg Krause, en B/N, crea una visualidad limpia, de imágenes hábiles y de estética realista próxima al documentalismo. Construye largos travellings (laterales, directos e inversos), planos secuencia, combinaciones de luces y sombras expresionistas y proyecciones de sombras (la de los miembros del tribunal sobre los soldados).
Bibliografía
- Steffan HAUBNER, “Senderos...”, ‘Cine de los 50’, Taschen ed., pág. 370-375, Colonia 2005.
- Manuel HIDALGO, “Senderos...”, ‘Antología crítica’, pág. 771-772, TyB ed., Madrid 2002.
Se muestra el ejercicio del mando militar como un espacio abierto a las ambiciones personales, intrigas, venganzas, componendas y deslealtades. Por ello no sólo se producen atropellos contra los soldados, manejados como carne de cañón o de horca, sino también contra los propios mandos. Una denuncia puede ser administrada convenientemente a la espera de un momento oportuno para someter, apartar o destruir a un mando oponente en la lucha de todos por el poder. Explica que en una estructura de mando jerarquizada y autoritaria los derechos humanos y los derechos humanitarios de los soldados tienden a verse arrollados, descuidados o despreciados, ya que el mando se muestra siempre más preocupado por otras cuestiones, como el prestigio, la fama, la gloria, el favor de los políticos, el reconocimiento de los medios, etc.
La cinta contiene tres escenas de homenaje. La del baile rinde testimonio de admiración a Max Ophüls con motivo de su muerte reciente. Las finales rinden homenaje a “Sin novedad en el frente”, de Milestone. La canción en alemán rinde homenaje a los soldados alemanes. La del torso desnudo de Douglas está dedicada a sus admiradoras y fans. Son escenas memorables la del fusilamiento, la sofisticada conversación de los generales en el salón del palacio, la bofetada, la confusión de una denuncia con una solicitud de ascenso, la revista de la tropa, el juicio, la cantina, la escena final y otras.
La banda sonora, de Gerald Fried (“Atraco perfecto”), aporta una partitura original breve, emotiva, intensa, seca y cortante, que suma redobles de tambor, percusión y ecos. Añade como música adaptada la Marsellesa, un vals vienés y la canción popular alemana “Der Treue Husar” (“The Faithful Hussar”). La fotografía, de Georg Krause, en B/N, crea una visualidad limpia, de imágenes hábiles y de estética realista próxima al documentalismo. Construye largos travellings (laterales, directos e inversos), planos secuencia, combinaciones de luces y sombras expresionistas y proyecciones de sombras (la de los miembros del tribunal sobre los soldados).
Bibliografía
- Steffan HAUBNER, “Senderos...”, ‘Cine de los 50’, Taschen ed., pág. 370-375, Colonia 2005.
- Manuel HIDALGO, “Senderos...”, ‘Antología crítica’, pág. 771-772, TyB ed., Madrid 2002.