Película rodada para la televisión y basada en hechos reales. Narra la historia de un comerciante italiano que hacia el final de la II Guerra Mundial se halla de paso en Budapest (Hungría) por motivos de negocio. Al constatar el sufrimiento de la comunidad judía a manos de un ejército alemán a las puertas de la derrota, decide intervenir para paliar la situación, salvar de la deportación y de la muerte a todos los que pueda, evitar la destrucción del ghetto de la ciudad, atestado de personas de diferentes nacionalidades, dar cobijo a los amenazados en casas de acogida amparadas en la protección de la Embajada española. Cuenta desde el principio con el apoyo del embajador Angel Sanz Briz. Cuando éste, siguiendo órdenes sueriores, se traslada a Berna, Jorge Perlasca decide hacerse pasar por cónsul español para poder mantener la Embajada abierta y las casas de acogida en funcionamiento. El ritmo de la acción es trepidante a lo largo de todo el film. La capacidad de intervención del protagonista se multiplica ante las dificultades crecientes para mantener a salvo un colectivo de más de cinco mil personas. El director Alberto Negrin realiza un más que correcto trabajo de puesta en escana, que no evita las dificutades derivadas del movimiento de grupos numerosos de personas en la calle, en la estación del tren, en el interior de edificios y en la noche. La fotografía se mueve en un contínuo de gran corrección, que en momentos culminantes alcanza cotas de gran emoción y de notable belleza. Cuando al protagonista le preguntan, distintas personas en diversas ocasiones, las razones por las que realiza un sacrificio tan extremo, responde siempre que no lo sabe. Hacia el final de la película añade a la respuesta negativa de siempre un "lo hago tal vez porque puedo hacerlo". La música, a cargo de Ennio Morricone, es excelente. Con un presupuesto muy inferior al de "La lista de Schindler", narra una historia similar, pero con un protagonista más activo, más arriesgado, más directo, más expuesto y menos protegido. El conjunto de la obra se ve afectado por el deseo de contar, tal vez, más cosas de las que caben en un metraje de 120 minutos y, como consecuencia de ello, cae en algunos casos en precipitaciones evitables. Pese a todo, la descripción del Holocausto resulta sobrecogedora.