Realizada por Theo Van Gogh, se rodó integramente en estudio, con un presupuesto muy ajustado. Fue nominada al "Becerro de oro" (actriz) del Festival de Holanda.

La acción tiene lugar en Amsterdam, en el "loft" de Katja, en 2002/03, a lo largo de algo más de una hora y media. La actriz Katja (Katja Schuurman), de 25 años, famosa, atractiva, inteligente y vitalista, tiene concertada una entrevista con el periodista Pierre (Pierre Bokma), de unos 45 años, antiguo corresponsal de guerra, relegado ahora a la sección juvenil de su diario.

El film desarrolla una historia de confrontación, de debate ácido y de disputa, que da lugar a unas relaciones interpersonales dramáticas, en un espacio cerrado y opresivo. La entrevista deviene pretexto para una conversación que, desde el principio, se niega a sí misma: obvía la exploración de opiniones, su fundamentación y sus relaciones con la experiencia vital de los protagonistas. No interesan a los interlocutores las ideas, las sugerencias, la reflexión y los frutos enriquecedores del debate. No quieren gozar del placer de la conversación, la comunicación, el intercambio de experiencias y de puntos de vista dispares, como ocurre en otras películas de planteamientos aparentemente similares, aunque de contenidos diferentes, como "La conversación" (Francis F. Coppola, 1974), "Antes del amanecer" (Linklater, 1995) y otras. La obra busca derroteros que no se alimentan del drama interior de sus personajes, ni de una disputa dolorosa entre ellos, sino de algo más profundo e inevitable, que les sobrepasa y se impone por sí mismo. El desarrollo de la acción consigue sorprender al espectador, sin aturdirlo, dada la aparente naturalidad con la que se formula el avance de los diálogos, de excelente construcción. El drama que emerge no es un incidente simple y estático. Está sometido a un crescendo vigoroso, que se concreta en una progresiva elevación sin fracturas y sin discontinuidades. La carga ideológica no se disimula con trampas, ni se subraya con advertencias. Se expone con pasión y convicción, dentro de un conjunto relativamente innovador, diseñado no sin ingenio, que convierte en cine un discurso denso. El film no se explica directamente, sino a través de una metáfora o parábola, que requiere la atención del espectador, al que regala un juego estético de imágenes, movimientos, palabras y tesón interpretativo, que sin provocar entusiasmo, deja un buen sabor de boca.

La música aporta breves fragmentos de violines, piano y guitarra, que evocan los sentimientos de los personajes. La fotografía se sirve de luces doradas y azuladas, busca los rostros de los actores, prefiere los encuadres próximos y trata de trasmitir el agitado mundo de las emociones íntimas. Los personajes están bien desarrollados en general y las interpretaciones son convincentes. Película desesperanzada, discutible en sus planteamientos, pero sugerente y atractiva en las formas.