Haz click aquí para copiar la URL
España España · Valencia
Voto de Victoria:
7
Drama Tras descubrir su condición de homosexual, un joven entabla relación con un manipulador criminal al que conoce en una estación de tren. (FILMAFFINITY)
1 de mayo de 2009
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
La germinación de esta película es larga y acabará siendo un collage que se habría formado a lo largo de 6 años (desde el primer encuentro entre Patrice Chereau y Hervé Guibert) en los que se irán acumulando ideas, sucesos de aquí y allá, experiencias personales, hasta que finalmente se unieron para hilvanar todo ese material literario y convertirlo finalmente en un guión (y también libro) que sufriría muchas revisiones. Hasta el propio título que inicialmente iba a ser L’homme qui pleure sería cambiado al final por L’homme blessé al ver Hervé la última escena y recordarle, por la paleta de colores y el propio halo del protagonista, el cuadro de Courbet del mismo nombre.

Chereau ante la filiación de “cine homosexual” sostuvo (y con razón) que se trataba de la pasión entre dos seres antes que la pasión entre dos hombres. La homosexualidad no será más que el “contexto” de esta pasión. Henri (Anglade) y su difícil aprendizaje y salida de la adolescencia, incomunicación en su entorno, y de pronto en la Gare du Nord (trasunto de Citerón) se encuentra con un mundo sórdido y desconocido para él y también se encontrará con un seductor y macarra Jean (Mezzogiorno) por el que sentirá, como un flechazo, una atracción fou. Un flechazo como iniciación a la desgracia (en palabras de Chereau) y una necesidad de ¿amor? de ¿identidad sexual? no importa ya eso, lo importante es que Henri ya es víctima de su pasión formando parte de un trío (con Roland Bertin) de personajes heridos.

Todo este recorrido iniciático de la mano de un “coup de foudre” lleva a la pregunta clave: ¿cuál es la forma más radical de posesión del objeto de deseo?

La mano teatral de Chereau se dejará ver, inevitablemente, y puede que sea eso lo que enfatice los silencios y la gestualidad.

La audacia de algunas escenas no sobrepasará el límite del mal gusto ya que están inscritas en una lógica necesaria.

Film que nace casi a la vez que el SIDA y una vez que el SIDA es catalogado (foucoultianamente) como enfermedad de homosexuales afectará a la película ya que a Chereau se le reprochará esa visión sórdida de la homosexualidad y su relación con la enfermedad; contrariamente también se le dirá que hace una película valiente.

Es una buena película que los años no hacen envejecer su esencia, esencia por otra parte universal.

El Fasciculus Medicinae de Johannes de Ketham y sus láminas de “el hombre herido” no señalaba este tipo de heridas.

Al margen de la película quería mencionar a Hervé Guibert no como escritor sino como personaje, aunque él unía vida y literatura en un todo inseparable, y ese “todo” que él confeccionó como su existencia me hacen calificarlo como un Dorian Gray muy temible y de un narcisismo irritante,... pero eso ya es otra historia, tal vez era otro homme blesse de narcisismo y profundos y eternos miedos: vejez, enfermedad, muerte. Leer Ser y Tiempo de Heidegger quita mucho polvo de encima para que una persona no acabe siendo un Dorian Gray.
Victoria
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow