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Voto de Palasaca:
2
2021
Pilar Nadal (Creadora), Rafa Montesinos ...
5,3
1.875
Serie de TV. Thriller. Drama
10 episodios. Thriller de ficción ambientado en España en el año 2013. Tras la derogación de la doctrina “Parot” por el Tribunal Europeo de Estrasburgo, decenas de terroristas presos han sido puestos en libertad. Pocos días después, algunos excarcelados empiezan a aparecer asesinados de la misma forma en que lo fueron sus víctimas. Isabel Mora (Adriana Ugarte), es una policía íntegra y perseverante que tendrá que asumir la investigación ... [+]
8 de junio de 2021
50 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
He visto muchas series policíacas durante mi larga y fructífera vida, tanto estadounidenses como españolas, británicas, francesas, italianas... incluso alguna que otra de procedencia escandinava, aunque estas últimas me dan bastante pereza porque suelen ser mortalmente aburridas.
El caso es que no recuerdo haber visto en los últimos años una producción española del género policíaco o de intriga tan mala como "PAROT". Es que ni siquiera series mediocres como "R.I.S. Científica" (fracasada adaptación de una serie italiana protagonizada por José Coronado) o folletinescas como "Servir y Proteger" (en las tardes de TVE) alcanzan un nivel tan bajo de calidad de guion y producción como la que nos ocupa. Comparadas con "PAROT", series históricas como "El Comisario" y "Policías", o más recientes como "Caronte", "Desaparecidos", "UCO" o "La Caza", alcanzan niveles de excelencia que las harían candidatas a los premios Emmy.
No hablo por hablar ni le tengo manía a los protagonistas. De hecho, Adriana Ugarte me encanta. Simplemente reflejo lo que he visto en los diez episodios de "PAROT". Sí, la he visto entera aunque solo fuera por echarme unas risas con la continua antología del disparate qué destilaban la mayoría de los episodios. Sinceramente, no entiendo que buenos actores como Iván Massagué, Adriana Ugarte o Javier Albalá se hayan embarcado en esta serie. El problema no es que el argumento sea absolutamente previsible (cosa común en este tipo de producciones, pues llevamos muchas a cuestas) sino que el guion tiene muchos elementos absurdos y una completa ausencia de lógica en la mayoría de las situaciones clave.
De entrada, la serie podría haberse titulado de cualquier otra manera ya que lo de "PAROT" es obvio que sólo es una excusa para llamar la atención de la audiencia hacia una trama que poco tiene que ver con la realidad de la doctrina jurisprudencial que lleva ese nombre sobre el cómputo de penas, y su posterior enmienda por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que hizo que muchos presos con larguísimas condenas teóricas tuvieran que ser liberados al cumplirse el tiempo efectivo de estancia en la cárcel. Esto, en la serie, se traduce en la puesta en libertad (como si fuera una amnistía) de peligrosos delincuentes con la consiguiente alarma social. Pero bueno, estamos ante una historia de ficción, no un documental, así que eso es perfectamente aceptable.
El problema es que esta ficción trata de sostenerse sobre un guion muy deficiente, sobre unas interpretaciones muy mejorables, sobre unas secuencias "de acción" propias del teatro de aficionados, sobre montones de topicazos de series americanas mal digeridas y sobre unos errores lamentables en documentación y procedimiento policial y legal. Algunas de esas cosas las destripo en el "spoiler" y termino ya aquí. Le pongo un 2 porque Adriana Ugarte me gusta mucho, que si no se iba con un 1.
El caso es que no recuerdo haber visto en los últimos años una producción española del género policíaco o de intriga tan mala como "PAROT". Es que ni siquiera series mediocres como "R.I.S. Científica" (fracasada adaptación de una serie italiana protagonizada por José Coronado) o folletinescas como "Servir y Proteger" (en las tardes de TVE) alcanzan un nivel tan bajo de calidad de guion y producción como la que nos ocupa. Comparadas con "PAROT", series históricas como "El Comisario" y "Policías", o más recientes como "Caronte", "Desaparecidos", "UCO" o "La Caza", alcanzan niveles de excelencia que las harían candidatas a los premios Emmy.
No hablo por hablar ni le tengo manía a los protagonistas. De hecho, Adriana Ugarte me encanta. Simplemente reflejo lo que he visto en los diez episodios de "PAROT". Sí, la he visto entera aunque solo fuera por echarme unas risas con la continua antología del disparate qué destilaban la mayoría de los episodios. Sinceramente, no entiendo que buenos actores como Iván Massagué, Adriana Ugarte o Javier Albalá se hayan embarcado en esta serie. El problema no es que el argumento sea absolutamente previsible (cosa común en este tipo de producciones, pues llevamos muchas a cuestas) sino que el guion tiene muchos elementos absurdos y una completa ausencia de lógica en la mayoría de las situaciones clave.
De entrada, la serie podría haberse titulado de cualquier otra manera ya que lo de "PAROT" es obvio que sólo es una excusa para llamar la atención de la audiencia hacia una trama que poco tiene que ver con la realidad de la doctrina jurisprudencial que lleva ese nombre sobre el cómputo de penas, y su posterior enmienda por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que hizo que muchos presos con larguísimas condenas teóricas tuvieran que ser liberados al cumplirse el tiempo efectivo de estancia en la cárcel. Esto, en la serie, se traduce en la puesta en libertad (como si fuera una amnistía) de peligrosos delincuentes con la consiguiente alarma social. Pero bueno, estamos ante una historia de ficción, no un documental, así que eso es perfectamente aceptable.
El problema es que esta ficción trata de sostenerse sobre un guion muy deficiente, sobre unas interpretaciones muy mejorables, sobre unas secuencias "de acción" propias del teatro de aficionados, sobre montones de topicazos de series americanas mal digeridas y sobre unos errores lamentables en documentación y procedimiento policial y legal. Algunas de esas cosas las destripo en el "spoiler" y termino ya aquí. Le pongo un 2 porque Adriana Ugarte me gusta mucho, que si no se iba con un 1.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Que haya personajes-cliché no es en sí mismo malo. El problema es cuando se hace mal. En este sentido, el "psicópata" Haro es un mal calco de esos psicópatas omniscientes de los telefilmes americanos que saben hacer de todo, lo anticipan todo y lo averiguan todo, pero que luego caen de la forma más absurda. Vamos, un cliché como una catedral.
Otro es el del poli duro y amargado que se lleva fatal con sus superiores y tiene un aspecto digamos "patibulario", pero que es fiel compañero de la protagonista y, si se tercia, más que eficiente amante, no solo de su compañera sino también de otro cliché: la periodista ambiciosa que anda buscando exclusivas. Y eso por no hablar de la hija adolescente de la protagonista...
También son clichés de teleserie americana esos "manifestantes" a las puertas de la comisaría exigiendo "justicia", por no hablar de esos medios entrevistando a los agentes a las puertas de la misma, como si fueran agentes del FBI o inspectores de Scotland Yard... No señores, eso en España no pasa, los inspectores y subinspectores de nuestra policía suelen trabajar en el anonimato, porque para dar cuenta a los medios ya está la oficina de portavoces correspondiente.
Pero lo peor es lo del polígrafo. En España el polígrafo o "detector de mentiras" carece de la consideración de prueba judicial, así que lo de que "Haro ha superado el polígrafo" es un fallo monumental en una serie ambientada en España. Del mismo modo, los guionistas deberían saber que el delito de "escándalo público" desapareció del antiguo Código Penal en 1988, así que a nadie que esté dándose un revolcón ruidoso o pegando gritos en su casa se le podría acusar de esto actualmente. Otra cosa es que esos gritos supongan un indicio de delito o que estén molestando, pero "escándalo público" va a ser que no.
Vamos a dejar de lado que la víctima de una violación denunciada y juzgada pueda llegar a ser policía sin que ese dato conste en su expediente como da a entender la serie (para entrar en la academia de la policía nacional o de la Guardia Civil hay que pasar unos exámenes físicos y psicológicos, presentar un historial de tus relaciones con la administración de Justicia y, de paso, el DNI), pero que esa misma persona sea la investigadora principal de un caso que implica a quien la agredió pues como que rechina un poco, ¿no?
Tampoco es de recibo que ese psicópata tan listo llene la casa de la agente de micrófonos y microcámaras wifi y que la policía sea incapaz de descubrirlas cuando registra a fondo la casa por otro asunto. Y, por supuesto, es absolutamente inverosímil que una policía pierda o le roben las llaves de su casa y no haga lo mínimo que aconseja el sentido común y la propia policía: cambiar la cerradura. Menos mal que por lo menos en una escena mostraron al compañero de la policía usando el luminol como hay que hacerlo: dejando casi oscura la habitación y usando una luz ultravioleta. Algo es algo.
¿Qué más? Hay para dar y tomar: la ridícula secuencia de la caída del coche de Isabel en un "pantano" que cualquier espectador puede ver que no es más que una laguna castellana que apenas cubre pero que se muestra como si fuera la Fosa de las Marianas; el hecho poco creíble de que una doctora en psiquiatría permita que su hija adolescente de a luz en una casita de un pueblo y no en la maternidad de un hospital; que la policía no vea que el hecho de que el psicópata Haro esté en los mismos lugares que la subinspectora (atentos a la derilante secuencia del "intento de suicidio" en el Metro) es como mínimo sospechoso; la absurda forma en la que el inspector cae en la cuenta de que a su compañera la están vigilando desde otro piso justo enfrente; la patética escena "de acción" en la que Isabel se deshace desde el suelo de dos agentes de uniforme que la están apuntando dándoles una patadita y dejándolos inconscientes; ese "colaborador forzado" del psicópata que no hay quien se lo crea, etc., etc.,
Otro es el del poli duro y amargado que se lleva fatal con sus superiores y tiene un aspecto digamos "patibulario", pero que es fiel compañero de la protagonista y, si se tercia, más que eficiente amante, no solo de su compañera sino también de otro cliché: la periodista ambiciosa que anda buscando exclusivas. Y eso por no hablar de la hija adolescente de la protagonista...
También son clichés de teleserie americana esos "manifestantes" a las puertas de la comisaría exigiendo "justicia", por no hablar de esos medios entrevistando a los agentes a las puertas de la misma, como si fueran agentes del FBI o inspectores de Scotland Yard... No señores, eso en España no pasa, los inspectores y subinspectores de nuestra policía suelen trabajar en el anonimato, porque para dar cuenta a los medios ya está la oficina de portavoces correspondiente.
Pero lo peor es lo del polígrafo. En España el polígrafo o "detector de mentiras" carece de la consideración de prueba judicial, así que lo de que "Haro ha superado el polígrafo" es un fallo monumental en una serie ambientada en España. Del mismo modo, los guionistas deberían saber que el delito de "escándalo público" desapareció del antiguo Código Penal en 1988, así que a nadie que esté dándose un revolcón ruidoso o pegando gritos en su casa se le podría acusar de esto actualmente. Otra cosa es que esos gritos supongan un indicio de delito o que estén molestando, pero "escándalo público" va a ser que no.
Vamos a dejar de lado que la víctima de una violación denunciada y juzgada pueda llegar a ser policía sin que ese dato conste en su expediente como da a entender la serie (para entrar en la academia de la policía nacional o de la Guardia Civil hay que pasar unos exámenes físicos y psicológicos, presentar un historial de tus relaciones con la administración de Justicia y, de paso, el DNI), pero que esa misma persona sea la investigadora principal de un caso que implica a quien la agredió pues como que rechina un poco, ¿no?
Tampoco es de recibo que ese psicópata tan listo llene la casa de la agente de micrófonos y microcámaras wifi y que la policía sea incapaz de descubrirlas cuando registra a fondo la casa por otro asunto. Y, por supuesto, es absolutamente inverosímil que una policía pierda o le roben las llaves de su casa y no haga lo mínimo que aconseja el sentido común y la propia policía: cambiar la cerradura. Menos mal que por lo menos en una escena mostraron al compañero de la policía usando el luminol como hay que hacerlo: dejando casi oscura la habitación y usando una luz ultravioleta. Algo es algo.
¿Qué más? Hay para dar y tomar: la ridícula secuencia de la caída del coche de Isabel en un "pantano" que cualquier espectador puede ver que no es más que una laguna castellana que apenas cubre pero que se muestra como si fuera la Fosa de las Marianas; el hecho poco creíble de que una doctora en psiquiatría permita que su hija adolescente de a luz en una casita de un pueblo y no en la maternidad de un hospital; que la policía no vea que el hecho de que el psicópata Haro esté en los mismos lugares que la subinspectora (atentos a la derilante secuencia del "intento de suicidio" en el Metro) es como mínimo sospechoso; la absurda forma en la que el inspector cae en la cuenta de que a su compañera la están vigilando desde otro piso justo enfrente; la patética escena "de acción" en la que Isabel se deshace desde el suelo de dos agentes de uniforme que la están apuntando dándoles una patadita y dejándolos inconscientes; ese "colaborador forzado" del psicópata que no hay quien se lo crea, etc., etc.,