Haz click aquí para copiar la URL
España España · malaga
Voto de alvaro:
6
Drama. Romance Hank y Johnny trabajan como técnicos de una compañía de electricidad. Una noche, se encuentran en una reunión a la atractiva Fay, y la tensión aumenta porque ambos se disputan el favor de la chica. (FILMAFFINITY)
1 de julio de 2012
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta historia ya la había vivido E. G. Robinson, con H. Hawk en 1932, solo que entonces interpretaba a un marinero manco y ahora aparece como un electricista cojo, bajo la dirección de Walsh, que por cierto era tuerto; a partir de esta semblanza, de las versiones sobre este dramón ya se ha perdido la cuenta, pero de entre ellas lo destacable de Alta tensión es el pulso narrador de Walsh para contar un relato que, de antemano, no contaba con todas las bazas favorables. Para empezar, y aunque solo sea por una vez, Robinson y Dietrich no son, ni abusando de la imaginación, la pareja adecuada pues el determinismo físico, fisonómico y dramático de ambos no conviene en unos personajes que son volubles y vulnerables, y ante los que George Raft saca partido por mérito propio y por contraste con la inadecuación de sus rivales ¡Ni la Marlen fregará nunca platos ni Robinson se sube a un poster como King Kong al Empire! Por otra parte, la trama enlaza dos planteamientos inmiscibles, que además no acaban de justificarse; por un lado, el de un triángulo que se presume fatal, inscrito por otro lado, en una exaltación de tintes casi caprianos acerca de la vida y casi fordianos acerca de la camaradería masculina –bastante misógina, por cierto- que en algún momento se aproxima al gag laurenhardyano, sin venir a cuento.; por último, la narración, potente, y que marca un ritmo in crescendo esperanzándonos en un final a tono, se despacha con un desenlace semidulce que no encaja salvo que nos conformemos rizando el tópico. Entonces, dónde están las virtudes de Alta tensión, a mi entender en la capacidad de Walsh para rodar y montar la historia, con todas estas rémoras, y contar una película que narrativamente es impecable desde un comienzo donde el planteamiento queda esbozado en una economía de tiempo e imágenes (en el cine actual esto empieza a ser preocupante) que luego se resuelve recurriendo al montaje mudo y vertiginoso -Walsh fue pupilo de Griffith- cuando interesa contarnos trasfondos de la vida temeraria de los protagonistas para después refrenarse en los momentos de intensidad dramática, donde la pareja Raft-Dietrich sí funciona, por cierto la bofetada que Raft le da a Marlen es de antología de cine negro. No obstante, este dominio artístico-técnico ya lo había demostrado Walsh en sus dos filmes anteriores y, a mi entender, superiores “La pasión ciega”(1940) y “El último refugio” (enero de 1941) y que alcanzaría el clímax en el tramo final de “Al rojo vivo”.
alvaro
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow