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España España · santiago de compostela
Voto de berenice:
6
Drama Paul Javal (Michel Piccoli), un dramaturgo francés, acepta reescribir algunas escenas para "La Odisea", una película que se va a rodar en Capri bajo la dirección del renombrado director alemán Fritz Lang (Fritz Lang). En un primer encuentro con el productor norteamericano, el arrogante Prokosch (Jack Palance), el escritor deja que su mujer, la bella Camille (Brigitte Bardot), se vaya en el coche con el productor a la finca de éste. Este ... [+]
20 de enero de 2013
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los franceses son los únicos seres del mundo que no sólo siguen siendo amigos de sus parejas tras separarse, sino que las invitan a cenar y a todo tipo de eventos junto a sus nuevas parejas. En esta película la relación no hubiera acabado nunca, está claro, si ella no sufre ese final, una de tantas chorradas de la película. En “El desprecio” no hay ningún desprecio de verdad; sólo se lo dice a su marido francés, de palabra, una apática Brigitte Bardot, pero luego sigue dale que dale, hablando con él, paseando con él, dando la brasa con él. Por cierto, que el marido es francés, vaya si es francés: después de toda su actuación, hostias incluidas, se extraña de que su mujer ya no le quiere. Ay, tanta pose y tanto giro, tanta impostación cultureta para indicarnos hastío, amargura… la cajita de cenizas de la canción de Sabina. El tono intelectualoide es tirando a ridículo, y se manifiesta en mil poses y mil amaneramientos, y en otros tantas “godardeces”, tanto de guión como de realización. Particularmente estúpida es la escena del auditorio con la chica cantando, cuando se va el sonido de la sala cada vez que hablan. En fin, son tantos los experimentos vanguardistas a los que se les va el gas con el tiempo que no se lo tenemos en cuenta. Supongo que esta película tenía que hacerse, hacerse así, y punto. Es más tragable que casi todo lo de Godard, al fin y al cabo.
Pero no todo hace gracia de la mala en el film. La planificación de algunos largos planos secuencia es absolutamente magistral, (maravillosa la escena del apartamento, de principio a final, toda: composiciones, movimientos de los dos personajes, cámaras, gestos, acciones de cada uno, idas, venidas…). Los diálogos también atraviesan largos momentos de brillantez y credibilidad, en especial cuando la pareja habla como una pareja y se dejan a un lado las tontunas de poetas, dioses y pedanterías varias. El cuarteto actoral está simplemente genial, incluido ese Fritz Lang que era un maestro muy superior a Godard retratando psicologías, e infinitamente menos pedantorro. De BB, otro usuario ya ha remarcado su inolvidable culo, la única razón por la que esta película quedará en la memoria. Piccoli, genial, como siempre. Y el grandullón Palance, todos saben que ha sido uno de los más grandes, y compone con su actuación todo un personaje que no estoy seguro que estuviera tan bien perfilado en el guión. Como el tono de amargura, de desaliño, de hastío puede, (a pesar de las mil tontunas que pueblan el film), traspasar la pantalla de vez en cuando, la catalogaremos al final como una película que se puede ver aunque aburra en muchos tramos.
Mención aparte para la tan alabada “banda sonora” del gran Delerue. No es una banda sonora, es una sintonía: la sintonía de la amargura. El uso que se hace de ella es muy superior a la calidad intrínseca de la música en sí. Es corta, bachiana, facilonamente triste en su movimiento secuencial; aparece siempre igual, y asimétricamente, en cualquier momento, lejos o cerca de su anterior aparición, aparentemente independiente de lo que está ocurriendo en ese momento, como esas torturas nuestras que parece que nos han dado tregua, y súbitamente aparecen en medio de cualquier sitio: un parque, una cola en un banco, al arrancar un coche…, para recordarnos que nunca se fueron.. Esta sintonía se convierte, así, en el quinto personaje de la película.
berenice
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