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España España · santiago de compostela
Voto de berenice:
4
Aventuras. Drama. Romance El francés André Laurence acompaña a su compañero de la universidad, Tenga, de vuelta a la casa de éste en una isla de la Polinesia. Allí, Andre queda prendado de la vida de los nativos y de la hermana de su amigo, Kalua.
28 de diciembre de 2014
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Andaba yo buscando una película de aventuras en technicolor y me encontré con este pseudo- documento etnográfico tipo National Geographic con Louis Jourdan poniendo cara de tonto toda la película, con un hechicero ridículo que en vez de cetro lleva un mocho, (aunque, paradójicamente, le toca a él la mirada inolvidable, una simple mirada a la chica, al final, donde demuestra que es un fanático y que el odio también se cuela en el paraíso); con un polinesio universitario cargante con tupé y tetas, patético Jeff Chandler; y con una Debra Paget que, definitivamente, es una de las cachondas más hirvientes que ha parido el Séptimo Arte. Cuando aparece embutida en esos trajes polinesios, (mejor dicho, hawaianos), y con ese technicolor primario dan ganas de...de... Su baile de acogida al pretendiente no es, ni de lejos, el que bailaba semidesnuda en "La tumba india", de Fritz Lang, (aquello era insoportable, de verdad, qué sudores!), pero es de lo poco verdaderamente destacable de la película.

En fin, no falta nada, todo hilado con un ritmo plúmbeo impropio de ese artesano eficaz llamado Delmer Daves: ceremonias de apareamiento, usos sociales, bailes bien documentados con sus respectivos instrumentos también bien documentados, costumbres bárbaras, (me llamó especialmente la atención el paseíllo sobre las brasas, real, como demostró y explicó científicamente el profesor Henri Broch). Y, por supuesto, los increibles paisajes de Hawai, trasunto de los tahitianos pero que funcionan a la perfección. Precisamente, viendo esos paisajes uno puede tener la tentación de que allí quisiera retirarse. ¡Ay, ilusos! Mucho antes de que nos lo advirtieran el pesado de Paulo Coelho y el George Clooney de "Los descendientes", ya nos lo advertían en esta película: el paraíso no existe,como mucho está en el interior de uno mismo. Quien lo hace es el único parecido a un actor que aparece en ella, el gran Everett Sloane, en un personaje absolutamente desaprovechado. Cuidado con las Utopías, nos viene a decir.

Por supuesto, en el epílogo final se cantará, pese a todo, la pureza del mundo salvaje, se disculpará su crueldad cambiando de parámetros culturales y se someterá al espectador a la belleza primigenia de los que no han sido aún sepultados en ciudades. Lo hacían también Kevin Costner en "Bailando con lobos", John Boorman en "La selva esmeralda"y, de manera mucho más sutil y poética, Nicholas Ray en "Los dientes del diablo", (seguramente lo hacían también muchos otros de los que no me acuerdo ahora mismo). Pero es que aquí, joder, el clima y el paisaje acompañan mucho más, (y ya no te digo con el photoshop de las agencias de viaje...)

¡A la mierda con los consejos! ¡Yo también quiero un Edén!. (Por eso Polinesia será, siempre, el paraíso más lejano de nosotros. Para que no sea fácil alcanzarlo).
berenice
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