El maestro Lumet sigue en forma a sus ochenta y pico años. No se si será su última película, ojalá no, pero por si acaso uno de los últimos grandes genios vivos del siglo XX deja su sello para la posteridad con una película enorme.
El guión, la dirección y las interpretaciones son estratosféricas. Una auténtica lección de cine con todas sus letras y un desafío a todas las generaciones de cineastas actuales.
Un thriller en forma de puñetazo al mentón, brutal, violento y duro, muy duro, que no deja indiferente a nadie. Lumet convierte un sencillo plan de robo en una desenfrenada caida al mismísimo infierno. Los protagonistas son un puñado de perdedores sin redención posible, víctimas de sus propios vicios y Lumet no contento con mostrarlos tal cual son, los destroza como guiñapos, les arranca el corazón y se lo ofrece al mismísimo diablo, como él mismo nos indica en el título.
Una estructura fragmentada perfecta, con flashbacks y elipsis enormes facilitan la intención que tiene el director de meternos de lleno en la historia, haciendo de la cinta un continuo vaivén que atrapa sin remedio al espectador.
La última media hora es un lujo cinematográfico, una sucesión ininterrumpida de escenas, diálogos y momentos sobrenaturales, solo al alcance de tipos como Sidney Lumet, genios auténticos de este arte llamado cine.
spoiler:
La escena del asalto al camello es lo mejor que se ha rodado en muchos años. Pura adrenalina y nervio en escasos cinco minutos de autentico climax fílmico. Es de esos momentos que a uno le quedan grabados para el resto de los días.