Media votos
7,0
Votos
1.363
Críticas
39
Listas
12
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
- Sus redes sociales
-
Compartir su perfil
Voto de Pas:
10
11 de diciembre de 2007
29 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ante una noche de insomnio ¿quién no ha recurrido a esto? aunque no te apetezca, tienes que hacerlo porque esa sensación de plácido bienestar tras un frenético dale que te pego, te ayuda a dormir.
Pero es cierto, no apetece ponerse. Así que la sigues notando blandita a pesar de una inicial estimulación en forma de toma de contacto. Exploras tímidamente ciertas fantasías que sabes que funcionan y en casos en los que la predisposición es máxima lo levantan ellas solas. Y así, con unas leves caricias en zonas puntuales todo se va poniendo a punto para que la dureza sea tratada con un machaqueo constante e in crescendo.
En aumento, todo está encaminado hacia el punto de no retorno que despeje las dudas del objetivo final de la consumación. Ese punto llega y ya solo tienes que mantener un ritmo, hasta que colmes todas tus expectativas fantaseando en tal o cual aspecto y decidas dar el cambio de ritmo final que haga salir a chorro todas esas emociones que tenías guardadas. El tembleque final que te entra, las oleadas intensas de placer que alcanzas desde ese único punto acompañan a todo ese calor final que te deja plenamente satisfecho por fin.
Sí, "Los ángeles también comen judías" es como ese tipo de masturbaciones. No te apetece verla, pero como no tienes sueño lo haces. Empieza con imágenes impactantes, como ver a Bud vestido de luchador sobre un ring, pegando ostias pero solo a tres contrincantes. Así que se te va levantando el gusanillo a medida que avanza una trama por el medio de la extrema pobreza de la Gran Depresión, esperando unas hostias que no llegan más que a cuenta gotas porque hay una historia detrás que se nos está contando. Hay una violencia inusitada en una peli de Bud Spencer, con tiroteos, bombas y muertes violentas, en vez de los socorridos mamporros. Y también hay una voluntad cómica en el lenguaje, con diálogos de la más alta comedia, sobre todo con el personaje del inspector de policía y su soplón Judas:
" - Aquí tienes, Judas, los 30 dólares
- Teniente, ¿le importaría pagármelos en monedas de un dólar? es por una vieja costumbre familiar"
Así pues, esa tormenta de hostias no llega, pero la comicidad, los pequeños golpes y el retrato tremendista del hambre de aquella época, tratado al estilo de como lo haría Zucker unos años después, te causa ese placer de las grandes películas, pero al que le falta culminar...
Pero es cierto, no apetece ponerse. Así que la sigues notando blandita a pesar de una inicial estimulación en forma de toma de contacto. Exploras tímidamente ciertas fantasías que sabes que funcionan y en casos en los que la predisposición es máxima lo levantan ellas solas. Y así, con unas leves caricias en zonas puntuales todo se va poniendo a punto para que la dureza sea tratada con un machaqueo constante e in crescendo.
En aumento, todo está encaminado hacia el punto de no retorno que despeje las dudas del objetivo final de la consumación. Ese punto llega y ya solo tienes que mantener un ritmo, hasta que colmes todas tus expectativas fantaseando en tal o cual aspecto y decidas dar el cambio de ritmo final que haga salir a chorro todas esas emociones que tenías guardadas. El tembleque final que te entra, las oleadas intensas de placer que alcanzas desde ese único punto acompañan a todo ese calor final que te deja plenamente satisfecho por fin.
Sí, "Los ángeles también comen judías" es como ese tipo de masturbaciones. No te apetece verla, pero como no tienes sueño lo haces. Empieza con imágenes impactantes, como ver a Bud vestido de luchador sobre un ring, pegando ostias pero solo a tres contrincantes. Así que se te va levantando el gusanillo a medida que avanza una trama por el medio de la extrema pobreza de la Gran Depresión, esperando unas hostias que no llegan más que a cuenta gotas porque hay una historia detrás que se nos está contando. Hay una violencia inusitada en una peli de Bud Spencer, con tiroteos, bombas y muertes violentas, en vez de los socorridos mamporros. Y también hay una voluntad cómica en el lenguaje, con diálogos de la más alta comedia, sobre todo con el personaje del inspector de policía y su soplón Judas:
" - Aquí tienes, Judas, los 30 dólares
- Teniente, ¿le importaría pagármelos en monedas de un dólar? es por una vieja costumbre familiar"
Así pues, esa tormenta de hostias no llega, pero la comicidad, los pequeños golpes y el retrato tremendista del hambre de aquella época, tratado al estilo de como lo haría Zucker unos años después, te causa ese placer de las grandes películas, pero al que le falta culminar...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
...y por fin, cuando ya el sacudirla tanto te la está poniendo roja, Bud y su lugarteniente (una especie de Terence Hill en más chulesco a la par que mal pegador), se echan a correr y escapan de los malos. Te frotas los ojos, no es posible... hasta que son acorralados en un pequeño almacén del puerto. No hay escapatoria, Bud golpea su puño contra la palma de la mano y ahí toda su furia emerge mientras su compañero da grititos de excitación. Comienza así el reparto que impulsa al éxtasis final al encerrar Spencer a 6 ó 7 en un baño y salir todos, paredes incluidas, en todas direcciones. Todos menos nuestro barbudo favorito, claro, que se ha quedado en el medio. Su mejor eyaculación, es un hecho.
Una peli excitante, estimuladora y orgásmica. Aunque la veas sólo, su ritmo es perfecto para una paja de hora y tres cuartos.
Por eso mi 10
Una peli excitante, estimuladora y orgásmica. Aunque la veas sólo, su ritmo es perfecto para una paja de hora y tres cuartos.
Por eso mi 10