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Voto de Favio Rossini:
9
Terror Jack Torrance se traslada con su mujer y su hijo de siete años al impresionante hotel Overlook, en Colorado, para encargarse del mantenimiento de las instalaciones durante la temporada invernal, época en la que permanece cerrado y aislado por la nieve. Su objetivo es encontrar paz y sosiego para escribir una novela. Sin embargo, poco después de su llegada al hotel, al mismo tiempo que Jack empieza a padecer inquietantes trastornos de ... [+]
13 de enero de 2009
27 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay directores, como Tarantino, George A.Romero o Leone, que se proponen revolucionar géneros ya gastados por su uso.
Y luego esta Kubrick. Sus películas, cada una tocando un palo, se cuentan por obras maestras que impresionaron en su día e impresionan hoy. Ninguna palabra haría justicia a este loco del celuloide, que desquiciaba a amigos y enemigos a partes iguales.

Y "El resplandor" no iba a ser menos. En una época donde el terror se basaba en el gore más basto y sin sentido, el maestro Stanley se sacó de la manga esta película que acojona más que ninguna y en la que el látex brilla por su ausencia.
Apartado por apartado no habría donde ponerle un pero.Rodada prácticamente en su totalidad con "Stedy-cam", invento pionero por la época y cuyo operador en este film fue, por deseo expreso de Kubrick, su mismísimo inventor, imprime un desasosiego brutal en cada uno de sus planos sin necesidad de grandes maquinarias multimillonarias. A destacar también la clase de uso del objetivo "zoom", sólo utilizado en cinco momentos de maxima tensión como ayuda narrativa y no como arma estética para intentar no dormir al espectador o abaratar costes, como en tantos casos se ha utilizado en el cine.
Otra clase da el señor Kubrick en el sonido. Potente.cuando tiene que serlo, susurrante cuando se tercia, pero nunca silencioso y mucho menos, de relleno. Por no hablar ya de la fotografía, con sus impresionantes o intensos colores, o la dirección de arte que tuvo que crear prácticamente la totalidad de los decorados ante la negativa de Kubrick de viajar a más de cincuenta kilómetros de su casa a las afueras de Londres.

Y donde entra a relucir la leyenda, sin duda, es en la dirección de actores. Que si Nicholson iba hasta las patas de farlopa al rodaje, lo que potenciaba (aún más si se puede) su cara de loco, que si Shelley Duball era tan mala actriz que Kubrick la acojonaba de verdad para que fuera más realista, que si hacia a los actores pelarse de frío durante horas...
Yo de Kubrick me creo cualquier cosa. Nunca dejará de sorprenderme, como buen revolucionario.

¡Mis saludos, pequeño Garibaldi!
Favio Rossini
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