El debut de Ayala como director, marcado por uno de los últimos melodramas clásicos del cine argentino, con un tratamiento especifico en la estructura del guión,dirección, interpretaciones etc, que pocos años después llegaría a su fin.
Es muy interesante el período que le tocó transitar a Ayala, quien se formó en la época clásica, ayudando a los directores más famosas de la misma, y que cuando tuvo la oportunidad de empezar a dirigir, esa forma de hacer cine, estaba llegando a su fin.
Igual, volviendo a la película, es un melodrama melancólico, que su mayor debilidad son los diálogos y ciertas situaciones acartonadas y cursis, tal vez con un tratamiento más realista y menos esquemático y estético, podrían haber dado paso a una obra digna de tener en cuenta.
Lo mejor, la construcción de personajes, que no haya villanos, como van desmenuzando el alma de Silvia, su verdadera esencia y como paso de amar a un hombre a hacerlo por otro, como ambos marcaron su vida, y viceversa.