La cantidad de bodrios que ha hecho y sigue haciendo Mischa Barton, ya más que contarlos hay que empezar a pesarlos, es una cosa increíble, hace de 3 a 4 y todos de mediocres (siendo muy buenos) a infumables. Este no es lo peor que ha filmado pero solo por lo abundante que viene siendo su filmografía. Historia insulsa, pretenciosa un hídrido que como casi todo hídrido resulta fallido, al principio a la protagonista se le muere el padre y por ese motivo se vuelve escéptica de Dios, luego conoce a un chico cuando se tropieza con él, si originalísimo, pegan onda y comienzan a salir después y él termina desapareciendo, y la película se vuelve una especie de thriller sobrenatural, donde se pasan más de 30 minutos, literal, 30 o más, dando vueltas con unas linternas por el último piso del edificio, que está abandonado, de verdad parece más un capítulo de Scooby Doo aunque sin nada de gracia o interés, de hecho en esas escenas es donde más se nota el bajo presupuesto, donde unas cortinas moviéndose son lo más terrorífico que se ve por un largo rato.
Deja unos baches enormes, personajes que no sabemos qué mierda les pasó, en si es de esas películas donde el director tiene una idea que da más para un corto, pero la extiende como chicle hasta hacer un bodoque de 107 minutos, además de meterse con temas profundos para tratarlos de la forma más superficial posible, muy por encima, donde la historia de amor no pasó de una frases insulsas, unas miradas cursis y un par de besos, en ningún momento se llega a sentir que esos personajes se aman, ni que tienen un vinculo tan especial como para lo que hacen el uno por el otro.