Desde 1981 hasta más o menos 1984, se hicieron una serie de películas de denuncia social donde se criticaba el país estaba dejando la dictadura, en ellas se hacia hincapié en la apatía y/o complicidad de la sociedad, para con la violencia y corrupción imperantes.
Aquí toman de excusa el conflicto de un barrio donde la mitad de la calle pertenece a un municipio y la otra al siguiente, en uno el intendente decide hacer obras para que los vecinos tengan agua corriente, y los del otro después de arreglar (tranzar) con el capataz, consiguen lo mismo, exceptuando un vecino que se niega a entrar en los teje manejes del capataz, aunque este le traiga problemas con sus amigos y familiares.
La película analiza el precio de la decencia, como el tratar de hacer las cosas de la forma correcta, lleva a alguien a ser un paria para todo los que lo rodean.
La película maneja bien el conflicto, un poco declamatoria en cuanto los diálogos de Luppi, pero se le perdona porque en la época todavía se usaba.
Buena mezcla de grotesco, drama y comedia en una reflexión agridulce sobre la argentinidad.