Entretenida pero menor adaptación cinematográfica de una historia de Luciano Vincenzoni, que podría haber sido bastante mejor, pero la conjunción tras las cámaras del italiano Ferdinando Baldi, ducho en los péplums, y el inglés Terence Young, poquito más tarde realizador en solitario del primer Bond, James Bond, pues no es la más adecuada.
No sé quién de los dos se quedaría con las escenas de acción y quién con las de más diálogo, pero lo cierto es que, siendo resultona en cuanto a entretenimiento, sí que es verdad que no llega más allá.
Digamos que se queda a medio camino de todo pero, felizmente, va de menos a más, con el último tercio bien narrado.
Pero le falta algo más de chispa en líneas generales y eso hace que la olvides con facilidad pese la curiosidad de ver a Alan Ladd vestido de romano (y, efectivamente, bastante mayor para el papel que desempeña...).

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