Rob Schneider, quién cuenta como afición reunirse con sus colegas y ponerse a escribir futuros guiones de cine, colaboró en el guión de esta película, la cual sirve como vehículo para su lucimiento personal. Schneider se otorga el papel protagonista en esta comedia ligera sín mucha chicha, con algo de escatología y mala leche, muy propia de su protagonista. Schneider no es santo de mi devoción pero aquí consigue tener algunos puntos divertidos. Creo que si la tomáis como lo que es, una peli sín ninguna pretensión más que la de hacerte desconectar un poco, no debe de disgustaros, no se le puede pedir más. Junto a Schneider aparece en un pequeño cameo su amigo íntimo, Adam Sandler, quién colabora en la producción de la misma. Como coprotagonistas podemos ver a Anna Faris, actriz a la que se ha encasillado ya en papeles de este tipo y que está correcta y la canadiense Rachel McAdams, actriz que, afortunadamente, no permitió que éso mismo le ocurriera a ella, ya que ha conseguido tener una carrera cinematográfica mucho más variada. La actriz aquí está divertida. En definitiva, película para pasar un rato agradable sín más, no es una maravilla pero tampoco es vomitiva, lo cual se agradece.