Brooks es un adicto a la emoción, y matar le proporciona placer. Le gusta matar a semejantes, ya sean machos o hembras, o ambos.
Esta película es un poco engañosa, como Kevin Costner, que no sabes si está contento o está triste; si come o rumia, si espera o desespera, o como su personaje, el Sr Brooks, que no sabes si quiere morir o quiere matar. Vista por primera vez no pude comprenderla, pero vuelta a ver, brotaron sus cualidades, o sea, descubrí que lo que tiene esta película es una serie de variaciones simpáticas.
Primero que el Sr Brooks no es el siempre cansino asesino de serie, asquerosamente sanguinario, tipo Seven, obstinado y perfeccionista, que va de inteligente desafiando a todo quisqui, éste es un asesino particular que tiene su compañero, o amigo espiritual, o una especie de invisible Harvey, que también puede ser su misma conciencia que toma cuerpo, el caso es que dicho elemento está encarnado por William Hurt y es una excelente baza, muy original, y ya por eso merece la pena ver la película pues es como una conciencia bastante cachonda.
El asesino, además del "amigo" que nadie más que él ve, lleva al lado también un testigo indiscreto de sus crímenes que no hace otra cosa que tocarle los cataplines, y forman los tres colegas un conjunto muy atípico. Pero no se queda ahí el film porque al mismo tiempo Mr Brooks tiene un fondo familiar muy conseguido con una subtrama importante. Muy muy bien la mujer y papelón de la hija, que dicho sea de paso, ofrece su subtrama también, y muy interesante.
Luego existe la trama de la policía que sigue al asesino, que para eso están, y al frente de quien sigue sus pasos está la poli que interpreta la madurita Demi Moore, muy potente, que al mismo tiempo también tiene su subtrama a), y su subtrama b). El conjunto pues se puede resumir en que todas estas tramas y subtramas componen una película muy apañada, distraída, original, con una buena banda sonora y con el punto increíble exigido muy medido para ir a por ella. Mr. Costner, en su papel, es un adicto, y lo sabe.