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España España · Pasajero 58
Voto de floïd blue:
6
Drama Un escritor de éxito lee su nueva novela ante una multitud de admiradores. Se trata de la historia de un escritor fracasado que tiene la fortuna de encontrar un manuscrito. Lo publica como suyo y obtiene un éxito espectacular que lo convierte en uno de los mejores escritores de su tiempo. El autor del manuscrito resulta ser un anciano que lo escribió durante su juventud, cuando estuvo destinado en París tras la Segunda Guerra Mundial ... [+]
4 de julio de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aquí una historia guarda otra historia que esconde a su vez otra historia, es como un secreto que a su vez tiene otros secretos. El espectador ve tres capas en la historia y a lo mejor le sobra una porque un espectador no necesita que le cuenten nada desde un escenario, para eso está la historia, pero el caso es así y así hay que seguirlo, lo que pasa es que ese narrador, Dennis Quaid, no aporta más que un episodio pedante porque una rubia, Olivia Wilde, en un papel francamente artificial, indefinido, le ha entrado de forma interesante y él se deja adular para deslumbrar, pero el policía de palabras que es el espectador, no necesita más palabras, tiene el olfato ya demasiado desarrollado y ve inútil ese esfuerzo superfluo.

Al policía -el espectador-, le interesa el caso del ladrón. El ladrón se ha hecho con el sueño de uno que es como el de muchos: que le publiquen una obra; porque todo el mundo tiene algo que contar pero sólo unos pocos después de muchas carambolas, de que acierte con el tema, con el día y con el editor en estado receptivo, tendrá la suerte de ver su obra publicada. Muy difícil, a no ser que seas del famoseo, de la tele, uno de los payasos del pequeño dictador Jorge Javier o, también vale, presentadora de telediarios que se lo tienen creído y tienen contactos o favores que cobrar. El caso es que de esta forma el ladrón ya guarda un secreto, la obra no es obra, y con ese secreto tendrá que ir guardando los demás que vayan surgiendo por culpa del primero. Y será como una bola de nieve, que irá engordando hasta que choque finalmente sin resistir uno más.

El policía-espectador ve un matrimonio y que su transcurrir en el tiempo se limita a ese asunto de la obra, no hay otra vida, otros problemas, otros alicientes, de tal forma que ella le recrimina de mala manera cuando el tema no es para tanto. Son palabras y no robadas, no es un millón de dólares conseguidos en el asalto a un banco con muertos por medio. Son palabras y al fin y al cabo, publicadas ¿qué más da por quién? Cela, en su día tuvo un negro a su servicio que copió una obra ajena y con ella ganó el premio Planeta (La cruz de San Andrés) y entonces, su recién estrenada mujer, un siglo más joven que él (más o menos), la puta de turno, que se las daba de periodista sin tener la carrera, se aupó a la fortuna del escritor para pervivir en la abundancia el resto de su vida, era cuestión de adular nada más, el caso es que ella no le montó un cirio al pobre Cela por ser ladrón de palabras; la vida son multitud de pequeñeces y problemas serios a centenares. Aparte de esta limitación, la película consigue que el espectador entre en la moral del tema y aprecie el sentido de la narración.

Es verdad, el policía de palabras comprende la reacción del bueno de Bradley Cooper, su primer secreto tenía ya muchos secretos dentro y no cabían más, como hemos dicho. El delito tendrá que juzgarlo alguien autorizado pero está claro que el mayor robo que existe, el que más perjudica, el que más dolor causa, es el intelectual.
floïd blue
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