Un relato que se mueve más en el drama que otra cosa, a pesar del cartel que da a entender una película divertida. Está llevada con buen humor pero es una película triste acerca del típico cowboy que pasados los años vuelve a su casa y parece que quiere reconciliarse con todos y no sabe como hacerlo. Me ha gustado porque tiene un aire a la magnífica El rey del rodeo, también del mismo año, y a tantas otras que hablan de las fiestas de los pueblos (o ciudades) americanas donde gustan de asistir a rodeos y a ver desfiles. No cuenta mucho pero te mantiene con la curiosidad en marcha.

James Coburn no es Steve McQueen pero es un gran actor y hay que ver como mantiene el tipo en esa larga caminata que se da por la calle con esa buena música country de fondo. Perfecto para el papel. Qué decir de Slim Pickens, cowboy por naturaleza que no se quita el sombrero vaquero ni pilotando un bombardero sobre Rusia. Imposible dejar de recordarlo sentado sobre la bomba atómica en esos 8 segundos que cuentan en un rodeo para aguantar sobre la montura ya sea a caballo, toro o bomba.

No me había dado cuenta de la estiradilla Anne Archer porque aquí sale muy jovencita. Y los demás pues muy bien, muy a propósito para esta amable película que para muchos resultará flojilla pero que tiene el encanto de esas historias locales de viejos vaqueros que vuelven con mejores intenciones con las que se fueron.