Western purista que refleja vidas errantes como podía haber sido la de Billy el Niño, triste historia con acentos de verdad, que capta perfectamente el pensamiento rudo de aquellos individuos que poblaron el Oeste americano. Qué decir, nada más que recomendarla con pleno convencimiento.

Para aquellos que hablan de duelos a tiros en películas famosas, aquí una secuencia a tiros, disfrutable, con Ramsey y su amigo contra unos ladrones, realizada con el realismo del que tira con miedo de fallar y con más miedo de que le den.

Era tal la barbarie que debió habitar aquellas tierras que hasta el tono burlesco de la narración nos suena como humor, pero cuando llega la muerte, te das cuenta con toda la crudeza que de humor, nada.

Por supuesto, la estampa final es digna del mejor póster que pudieras localizar sobre el Far West, para enmarcar, y no olvidemos la conversación con el sheriff. Por cierto: inigualable el sheriff, su carácter, sus sentencias, imperturbable, imperecedero. Estampa pura de la intransigencia.

Un Western sin adornos, sin aspiraciones, áspero, real; un continuo muestrario de tonos sepia con personajes auténticos, una joya con añejo sabor que quita de en medio a muchos mitos mejor valorados.