Pobretona comedia acerca de un hombre que acuciado por el dinero decide meterse a “palanquero” y conseguir así lo suficiente para poder casarse.
Los días de Cabirio está planteada con un argumento ramplón e irreal que si hubiera pasado la prueba de fuego del verdadero humor, o sea, que hiciera gracia, probablemente habría conseguido entretener con cierta dignidad aún pasado el tiempo.

Se me ocurre que es curioso como existiendo en aquellas fechas un organismo dedicado a censurar lo censurable para preservar la moral del ciudadano, se aceptaran estas manifestaciones cinematográficas que expresan claramente una represión ridícula sobre el sexo haciendo quedar al españolito como un memo absoluto.
Dicho organismo debería haber cuidado la personalidad del ciudadano, y su moral, metiendo mano a este tipo de tonterías para evitar que un personaje como el protagonista: Alfredo (Landa), un paria mortificado por un complejo de remordimientos de conciencia, se presentara ante todos como un prototipo de ciudadano medio de la sociedad española.
Supongo que el españolito de entonces estaba a las que estaba y sabía lo que sabía allá pensaran los demás lo que les diera la gana.

Es cierto que, aquí y allá, en el mundo de entonces, la moral se cuidaba de otra manera, pero también es cierto que en las mismas circunstancias hay películas mucho más afortunadas basándose en la ironía, en la sutileza o en lo que fuera, pero aquí, la personalidad del personaje de Alfredo campea miserablemente sobre toda la película convirtiéndola en un pobre relato, a pesar de la excelente predisposición del elenco de actores a que saliera algo gracioso.