Se trata de un thriller en toda regla, correcto, pero que aunque aparezca ahora a la luz en Netflix, el tiempo lo devolverá al lugar de los olvidados. Los Thrillers de ahora son más vistosos que éste, si son buenos, claro, porque ves rostros conocidos y secuencias con más agarre e intriga porque aquí prácticamente no hay acción. Esta Deadly Record no tiene ninguna cualidad especial que pudiera aportar algo novedoso o para recordar. Los protagonistas cumplen con su cometido y la dirección hace que la película se vea con suficiente atención, pero nada más. La secuencia de la incursión en la casa de campo anima la línea plana de su transcurrir.

Un piloto tiene una especie de rollete con una azafata. Su mujer no tiene uno, tiene varios; o sea, que si el piloto vuela alto, la mujer más. Y cómo dice la sinopsis, la mujer aparece asesinada y el piloto pasa a ser por derecho propio, el principal sospechoso. En Deadly Record en vez de ser la policía quien lleve la investigación del crimen, será el mismo piloto (con ayuda de la azafata) quien se encargue de resolver el misterio del crimen. Un caso de barajar sospechosos que podría verse en un sencillo pero más simpático episodio de la serie Poirot, por ejemplo. Estimo que le falta un algo, un poco de vida, un poco de sal, pero no está mal.