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España España · Pasajero 58
Voto de floïd blue:
5
Acción. Aventuras. Comedia. Fantástico Después de una larga racha de percances, decisiones erróneas y fracasos estrepitosos, los arqueólogos Max y Leo (Norris y Gossett) han decidido dejar su trabajo, pero se vuelven atrás cuando una bella mujer los contrata para buscar un tesoro azteca. Lo que ignoran es que un poderoso y vengativo espíritu sigue sus movimientos y, con tal de proteger el tesoro sagrado, no se detendrá ante nada. (FILMAFFINITY)
21 de enero de 2014
17 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sabemos que nuestro amigo Chuck Norris es una persona especial. Estos actores que se dedican al cine de acción son en realidad personas sencillas, campechanas, pero muy centradas y divertidas (menos uno). Norris en el 86 llevaba ya unas cuantas películas de ese estilo, por lo tanto con ésta podemos entender que es un alto en el camino para cambiar un poco el papel de costumbre. Y claro que Norris es buen actor porque en ésta de aventuras humorísticas lo podemos comprobar en un plan totalmente diferente.

El templo del Oro está claro que viene a rebufo de las películas-parodia. Si Las minas del Rey Salomón con Richard Charmberlain y del mismo director, era una parodia de la de Stewart Granger, supongamos, pues este Templo del Oro es una parodia de la de Richard Chamberlain, y otras del tipo de “Hechizo en la Ruta Maya” ya que aquí se mezclan los espíritus, la magia y las leyendas ancestrales. Por tanto J. Lee Thompson se auto parodia, ejercita la autocrítica y redobla sus objetivos profesionales.

Algo así. El caso es que la aventura del Templo del Oro cuenta con el héroe, con el compañero fiel y la chica mona culpable del entuerto y de que arrastre con su palmito al uno y por efecto cinético, al otro. Encuentro de los tres en la barra de un bar como no puede ser de otra forma.

Norris no perdona su punto fuerte en exhibiciones de artes marciales, se toma el papel muy bien a guasa, incluso hace el bizco, se ríe, no se toma absolutamente nada en serio, ni su colega ni la chica; aunque el indio tuerto que sale luego ejerza de espíritu maligno con algo más de honradez por su anhelo de convertirse en el espíritu del fuego.

Lo peor es la ausencia total de emoción y que Chuck y la rubia no se enreden pasionalmente entre el follaje de los escenarios y los peligros que les acechan que es lo que uno espera, porque si nosotros fuéramos Chuck, pues creo que lo intentaríamos (me parece). Pensemos también que la poca consistencia del argumento es consecuencia intrínseca de las parodias. Así que la concatenación de sucesos va por libre lo que produce una acción tan tonta como los personajes que se presentan. Todo avanza porque sí, al buen tún tún. Es así, y se acepta si te va este rollo.

Por tanto tampoco hay que dramatizar sobre las tonterías que uno está dispuesto a tragarse. La ves si quieres y ya está. Una forma tan tonta de perder el tiempo como otra cualquiera. El cine de lumbreras para críticos insignes a veces cansa, una dosis de Chuck Norris viene bien a cualquiera. Todo el mundo tiene derecho a hacer el tonto en esta vida y comprobar que los demás lo hacen también para dejar otros caminos, otras opciones.
floïd blue
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