Pedro Lazaga con sus historias tipical spanish nos muestra el ´ligoteo´ en la época y de una clase social en concreto: la de los humildes empleados.
Ellas en los almacenes y ellos en oficios varios, o sin oficio, subsistiendo como se puede en pensiones y fantasmeando para conquistar el tierno corazón de la muchacha a tiro.

No sé si será muy acertado el planteamiento de la película pero resulta cómica y entretenida gracias al repertorio de situaciones perfectamente solventadas por los grandes actores y actrices que aparecen. De aquí surge la pregunta: ¿Son creíbles los personajes? Está claro que el guión estaba preparado para esa serie de actores que no hacen más que trabajar a su modo, en sus papeles de sobra elaborados y mil veces actuados, pero es que la comedia española requería de esas situaciones con los personajes de siempre, siendo primordial en ellos el buen corazón y la gracia simplona.

De esa forma Antonio Ozores, por ejemplo, actúa de Antonio Ozores como siempre hizo.
Tony Leblanc, el castizo chuleta, el hampón de Lavapiés... Aquí de taxita de los madriles. Muy chuleta y castizo.
Y así todos mientras no abandonaran el campo de la comedia. Son los mismos personajes de otras películas de humor.

Película inocua, casi sinsabora, pero realizada con seriedad a pesar de todo y con un extraño tinte tristón en el fondo de los episodios. Es imposible renegar de su valor.

López Vázquez, el sempiterno rompecorazones, al insigne Fernán Gómez, el siempre perplejo, dolorido porque parece que la novia le va a dejar:
-No estoy acostumbrado a que las mujeres se fijen en mi, por eso vengo que parece que estoy borracho.
-¡Qué dices! ¡Estás borracho de verdad, sinvergüenza!