Eso es lo que le dice Holden en labores de espía a Lilli Palmer cuando quedan en secreto, viviendo un drama pasional lleno de incertidumbres y peligros. Y es que tienen que estar por encima del horror que invadía Europa en aquellos años para no sucumbir. No hay cabida para remordimientos.

Y podían sucumbir en cualquier momento porque el argumento acapara una tensión extrema acorde a la novela Falso Traidor. Es importante señalar al espectador que la vea por primera vez, los magníficos exteriores de los numerosos escenarios que salen. Bellas ciudades, campos y puertos durante la invasión alemana.

La película es un alarde de continuas situaciones de riesgo. El espía por mandato está en peligro de que le cacen los nazis moviéndose entre ellos, un peligro perfectamente explicado sin dejar fuera el componente humano: la amistad, el odio, el temor y por supuesto, el amor vivido peligrosamente.

Hay generosidad en situaciones límites, una detrás de otra. El ambiente cambia de un lado a otro pero siempre con un control por el objetivo. Cuando no toca que te siga el cojo del zapato con alza, otro te seguirá. El aparato de contraespionaje nazi, da miedo. Hasta un niño rubito con uniforme de las juventudes hitlerianas, puede ser un monstruo cabrón. Es el Espía por mandato y si es una película, da a entender muy bien lo que pudo ser el día a día en aquellos tiempos tan terribles. Una muy válida película, un drama del mundo del espionaje y contraespionaje en Europa durante la IIGM.