Que una pareja de amantes hayan trazado un plan a medio acabar no quiere decir que la película carezca de intriga, aunque sea sencilla. El plan de la pareja se queda sin desarrollar porque surge de un accidente, de forma que los autores no pueden estar seguros de su éxito y eso marca el stress de ellos y el interés de la película.

Robert Ryan hace de rico negociante con un carácter muy fuerte, el señor Carson, de estos que rozan el despotismo, que necesitan una lección de humildad rápido. Y parece que el desierto se la va a dar. Su mujer, Rhonda Fleming, se la ve todo lo contrario, muy dulce y delicada. Así es que aunque la película empieza con la acción rodada, ya metida en harina, ves que ella no es muy de su estilo. Le va más el amante secreto, más tranquilo, evidentemente sin tanto carácter, lo que no quita que posea pensamientos oscuros. Los tres personajes se sitúan en mitad del desierto americano para estudiar un proyecto de minas que el marido debe financiar.

La película aunque muy elemental, se ve con rapidez. Está realizada para 3 dimensiones, algún efecto haría al público deseoso de emociones. Tal vez Rhonda Fleming en tres dimensiones causara efecto vertiginoso, y una serpiente de cascabel que sale enfurecida, también. El otro efecto es un giro debido, esperado, eso sí, porque como decimos, el plan no estaba rematado.