¡Cuánto talento! Todos los personajes están bien definidos. El primero Robert Ryan como aspirante a ser un terrateniente, a ser un cacique respetado. Julie Adams está guapísima con esos coloretes en las mejillas, su papel además es agradecido, le gusta tontear y al espectador más... I wish you were here, Julie.

Luego está Rock Hudson en un papel no muy agradecido que digamos, pero cumpliendo como buen actor.

Hay que nombrar a esos secundarios de lujo. Empezamos por decir uno: Dennis Weaver, ese tipo espigado y rostro afilado que veremos multitud de veces con su mirada astuta, aquí en un papel de tipo sin escrúpulos como corresponde a quien está de acuerdo en labrarse rápido un buen futuro. Un malo siempre de lo más eficaz.

Luego tienes a Raymond Burr, no excesivamente con el sobrepeso que nos acostumbra pero con esa mirada ladina que hace que te caiga mal el tío y ya está.

John McIntire, algo desaprovechado con un papel de no mucho peso. Aquí es un padre moralista de ir a misa todos los domingos, un santo de quien nadie puede hablar mal de él. ¿Y James Arness? Un poco apartado de la acción, lástima también.

La historia es convencional. Vienen de la guerra y asistimos a esa parafernalia de las grandes producciones del Oeste, y el director es quien sabemos que es y que luego haría tal y cual con el estirado Randolph Scott, y muy buenas, y pasarían los dos a ser un dúo clásico de películas serie B del Far West. Aprovechando al máximo un corto presupuesto. Supongo que director y actor se harían bastante amigos.

He echado de menos un poco más de arriesgar para subir los colores a Julie y aumentar la maldad de Robert Ryan. En concreto, de todas formas, un Western correcto.