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España España · GALIZANO
Voto de JOSE ANGEL:
5
Drama El duque de York se convirtió en rey de Inglaterra con el nombre de Jorge VI (1936-1952), tras la abdicación de su hermano mayor, Eduardo VIII. Su tartamudez, que constituía un gran inconveniente para el ejercicio de sus funciones, lo llevó a buscar la ayuda de Lionel Logue, un experto logopeda que intentó, empleando una serie de técnicas poco ortodoxas, eliminar este defecto en el habla del monarca. (FILMAFFINITY)
26 de diciembre de 2010
93 de 127 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de mis tradiciones en nochebuena y navidad es aprovechar la ocasión para coger un resfriado. Ese resfriado oportuno me exonera de la responsabilidad de aguantar la alegría de la nochebuena y el cansancio de la navidad, pudiéndome ir a la cama cuando quiero para curar el catarro. Una vez pasada la festividad de la gula, procuro aprovechar la tarde para ir al cine. Este año le ha tocado al discurso del rey.

Tienen los discursos unas connotaciones curiosas en las personas, pues nos sentimos atraídos por la necesidad de saber cómo piensan nuestros líderes sobre los temas que nos preocupan, y no solo es importante lo que dicen sino como lo dicen, aunque en la actualidad hay auténticos expertos en escribir lo que queremos oír y una casta política que hace exactamente lo contrario a lo que predica. Al final, como todo en la vida, nos quedamos con un detalle, una cita, una frase, que es la importante y estamos a llegando a un punto que hasta para decir las mayores majaderías se adopta un tono solemne y artificialmente afectado.

El discurso del rey no deja de ser una película previsible, en la cual se intenta lavar la imagen de la maltrecha monarquía inglesa, salvando a Jorge VI (padre de la actual Isabel II) de la quema por conspirar contra su hermano y birlarle la corona, contando su historia de superación personal con respecto a la tartamudez y haciéndolo participe del éxito de la segunda guerra mundial, cuando hasta ahora el que se llevaba los honores era Winston Churchill, con su famosa “sangre, sudor y lagrimas” aunque a mí personalmente me gusta esta otra atribuida a el político inglés: “quien me critica por la espalda, lo único que ve es mi culo”

La película distorsiona la realidad puesto que la disfemia desaparece al leer en voz alta ya que los sentimientos y las imágenes mentales no aparecen con la lectura. Si a eso le añadimos una música trascendente, un buen rollito alteza real-logopeda/psicólogo/amigo, un cuidado elenco de actores flemáticos y el apócrifo “basado en hechos reales”, ya tenemos el paquete completo para mandar a los oscar y ganar una o varias estatuillas. Lo que no es desdeñable es la ambientación y decorados muy conseguidos, volver a ver al imprescindible Derek Jacobi y el bosquejo de la figura del díscolo Eduardo VIII, al que se le debe una película tan buena o mejor que este discurso manipulado del rey.

Ciertamente, puestos a escoger discursos famosos en la historia del cine prefiero el de Patton titulado “un montón de estiércol”.
JOSE ANGEL
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