Cuenta Adam Sobocznksi en su interesante libro “el arte de no decir la verdad”, que el padre del arte del fingimiento es Baltasar Gracián, pues fue el primero en escribir hace 350 años, sobre el engaño, la adulación y el hablar a espaldas de los demás que caracterizan nuestros días. A diferencia de muchos filósofos, psicólogos, vendedores de crece pelo o dietas de adelgazamiento, este pensador no pretendía hacer progresar moralmente al ser humano sino únicamente desenmascararlo, no pretendía mejorarlo, sino comprender la red de coordenadas morales que nos mueven, no pretendía refinarlo éticamente, sino enseñarle a comportarse con astucia y así poder adaptarse al medio hostil que es la sociedad.

Cuando he visto esta película es inevitable la comparación con la reciente” pequeñas mentiras sin importancia” (las comparaciones no son odiosas, son imprescindibles) y maravillarme del éxito de crítica y público de aquella, cuando esta es infinitamente superior en todos los órdenes, siendo el tema el mismo: La reunión alrededor de una mesa de una serie de conocidos-amigos en el cual cada uno guarda su secreto y se tratan todos los temas que ocupan y preocupan al ser humano: el deseo, la infidelidad, el miedo a la soledad, la enfermedad, la muerte, la relación padres- hijos, la diferencia de edad en las parejas, pero todo en un tono mesurado, sin estridencias, sin números de cara a la galería, sin brindis al sol ni salidas fuera de tono, una radiografía realista de nuestras relaciones sociales, intentando escudriñar la auténtica esencia del homo fingídus, tremendamente inseguro en todos los órdenes de la vida: hijos, pareja, salud, trabajo y amigos, expuesto permanente al juicio crítico de sus semejantes a través de la redes sociales y con unas ideas políticamente correctas que ni siquiera sabemos si son propias o impostadas para no molestar , no inquietar, no existir.

Excelente la siempre denostada Emmanuelle Seigner; un guiño a los que piensan que lo importante es el interior y la belleza superflua.

¿Qué es la vida? Un campo minado
¿y el fingimiento? La condición necesaria para nuestra ascensión
¿y el amor? El más bello de los engaños