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Voto de Antonio Morales:
6
Comedia. Drama Drama basado en la vida real de un grupo de personas de clase media y afiliadas al Partido Comunista de España, que estuvieron involucradas en actividades políticas clandestinas durante los años 60. (FILMAFFINITY)
1 de septiembre de 2016
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las amistades entre González Sinde y José Luis Garci son sobradamente conocidas y sus trabajos conjuntos forman parte de la historia del cine de la transición en la década de los setenta con películas que están en la mente de todos. Para algunos, entre los que me cuento, nos parece un cine testimonial aceptable, y para otros quizás se hayan quedado un tanto anticuado por los asuntos importantes para aquella generación de españoles de clase media, hoy afortunadamente superados. No se trata de una sátira política, más bien es la crónica nostálgica de unos sueños y expectativas que con el tiempo se fueron diluyendo en la memoria y el olvido, en cierto modo, un homenaje a aquellos modestos militantes de unas ideas demasiado ingenuas para convertirse en realidad. Unos jóvenes inquietos y el fondo soñadores de causas justas.

Con un cierto tono de “sainete cariñoso y amable”, en palabras textuales de su director, el cual había vivido en la clandestinidad algunas de las peripecias que aparecen en el film, por su declarada militancia, se trata de una comedia agridulce con situaciones entrañables, citas cinéfilas habitales en Garci y un discurso político, más intuido que explicitado, de rebeldía romántica y evocadora, “Viva la clase media” nos traslada a principios de los sesenta. La vida cotidiana y habitual de un grupo de jóvenes militantes de la izquierda política (una pequeña célula comunista), y su vidas clandestinas luchando desde la modestia por la libertad. La propaganda subversiva, la multicopista, las octavillas clandestinas, las carreras delante de los grises (la policía armada), en manifestaciones ilegales defendiendo la libertad y la democracia.

Excelente reparto de actores carismáticos para el cine de González Sinde y Garci, encabezado por un gran Emilio Gutiérrez Caba que es el propio “alter ego” del director. Película sin grandes pretensiones artísticas, tiene reminiscencias de la comedia italiana de los sesenta, un costumbrismo amargo y desencantado, la música de Federico Chueca le otorga un carácter especial de un Madrid castizo, así como “El cant dels Ocells”, una bella melodía del violonchelo que el maestro Pau Casals compuso y que le otorga al film un aire poético y recuerdo nostálgico. Finalmente, me quedo con dos frases lapidarias: “La puntualidad es una norma fundamental en la clandestinidad” y esta otra, “Seguir contando chistes de Franco, no es la solución”. Da buena cuenta del tono de la propuesta.
Antonio Morales
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