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Voto de Antonio Morales:
6
Acción. Drama Joe Greer (James Cagney), un famoso campeón de carreras de coches, regresa a su ciudad natal para participar en una carrera local. Cuando descubre que su hermano menor quiere seguir sus pasos, intentará disuadirlo haciéndole comprender que se trata de un mundo lleno de dificultades y peligros. (FILMAFFINITY)

24 de febrero de 2017
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mundo del automovilismo cuenta con numerosas películas que le rinden tributo, ésta del maestro Howard Hawks fue de las primeras y también de las menos conocidas y comentadas en esta web. Una película cuyas imágenes resultan antiguas cuando vemos esos prototipos de coches, pero cuyo argumento es inalterable al tiempo, una historia de tragedias profesionales y familiares. Howard Hawks abordó el mundo de las carreras de coches entre la aventura y el melodrama, porque el cineasta entendía ese deporte como una aventura y de hombres en conflicto. Su universo personal es reconocible porque los contornos de sus figuras y situaciones están bien delineados al margen del género, la época, los guionistas o los actores. La profesionalidad de sus personajes es casi como un dogma de fe. Son profesionales del riesgo que viven en peligro, pero individualistas cuyo valor es proporcional a la incertidumbre de sus vidas. “Los corredores de coches no deberían tener hijos” es la frase clave que da sentido a la trama.

El film documenta elementos cotidianos del deporte de los bólidos a partir de la relación y la rivalidad entre dos pilotos, los hermanos Joe (James Cagney) y Eddie Greer (Eric Linden), el cineasta mezcla elementos tradicionales tanto en los aspectos meramente deportivo y competitivo como en el sentimental – amistad, superación, aprendizaje –, asumiendo el tono casi folletinesco de la trama y los tópicos que ahora encontramos, pero que entonces no lo eran, y potenciando las partes estrictamente documentales. Hawks filma las carreras con precisión pese a los pobres equipos técnicos, retratando acertadamente la tensión y el peligro inherentes al deporte de la velocidad en sus primeros tiempos. Las chicas, (Ann Dvorak y Joan Blondell) comenzaban a despuntar como grandes actrices, aquí dan una justa respuesta a los hermanos Greer.

Fue el propio cineasta quien esbozo las primeras lineas argumentales, aunque el Estudio acabó contratando a Niven Busch, un columnista deportivo de la revista “The New Yorker” para pulir los diálogos, más tarde se haría famoso como guionista por “Duelo al sol” de Vidor y “Perseguido” de Walsh. La historia arranca de manera rotunda con una especial habilidad para definir personajes y conflictos: Joe no quiere que su hermano pequeño Eddie (que le idolatra), se juegue la vida en las carreras, ni que se entregue a la bebida y las mujeres como él ha hecho , más aún cuando el joven es atraído por la velocidad y el amor. Desde el punto de vista técnico las carreras son filmadas de forma tan realista como espectaculares tardarían tiempo en ser superadas. Pese a no ser de lo mejor del maestro, esta película nos anuncia a modo de aperitivo los platos fuertes que llegarían en las siguientes décadas, aún así se aprecia una pugna interior entre su lado más distendido y su vertiente más solemne. Y es que el cine de Hawks siempre mantuvo unas constantes fácilmente identificables.
Antonio Morales
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