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Voto de Antonio Morales:
6
Drama Toni es un joven de diecisiete años que llega a Madrid en busca de trabajo. Un amigo de su mismo pueblo le pone en contacto con Charo, "la Corea", mujer madura que se dedica a facilitar muchachos a los americanos de Torrejón. Charo se enamora de Toni desatando la ira de Sebas, antiguo gigoló de "la Corea". (FILMAFFINITY)
26 de agosto de 2016
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cineasta vasco Pedro Olea suele abordar en todos sus trabajos, más o menos acertados, dramas humanos y sociales, ya sean de clase social alta (Tormento, 1974), el mundo del espectáculo (Pim, pam, pum.. ¡Fuego!, 1975), o de bajos fondos como es “La Corea” que nos presenta un drama humano que no por conocido deja de conmovernos, pues lo hemos visto reflejado de muchas formas y variantes, se trata de la emigración rural a la ciudad, del pueblo a la gran urbe, una vez más, se trata de la dignidad ante la degradación moral, la ingenuidad y la nobleza contra la mezquindad y la maldad intrínseca de la jungla de asfalto, un mundo subterráneo donde reina, la envidia, los celos y la traición. Una película honesta y narrada con convicción, aunque el resultado queda algo impersonal en su profundización dramática.

Tony es huérfano y vivía con sus tíos, un joven de provincias que llega a Madrid donde le espera su amigo Paco, otro joven con experiencia en el ambiente urbano que se entiende con unos yanquis de Torrejón, el cual le buscará un trabajo fácil y lucrativo, Tony pretende “trabajar y vivir”, según manifiesta a Charo “La Corea” (Queta Claver), una “madame” que se ha encaprichado de él, abandonando a su antiguo amante, ahora despechado, “el Sebas”. Charo le introducirá en el mundo de la prostitución de lujo. Tony se mueve en un mundo de bajos fondos, que ni entiende, ni conoce por lo que corre un serio peligro frente a los tiburones que le rodean, chaperos, carteristas y delincuentes. Todos ellos forman parte del realismo social, un mundo hostil que Pedro Olea pretende mostrar.

La película describe un itinerario moral, sórdido y corrupto, de unos jóvenes embelesados por el lujo, el dinero fácil y la sexualidad promiscua. Los protagonistas masculinos poco conocidos imprimen a sus personajes frescura y naturalidad, Ángel Pardo y Gonzalo Castro eran entonces unos desconocidos que le sirven perfectamente al cineasta para expresar el realismo social desgarrado de unos jóvenes sin rumbo ni destino, sólo buscan la suerte de la vida fácil, que a veces les puede ser esquiva. Una película de los años 70 que refleja perfectamente ese arribismo social que pretenden unos desheredados.
Antonio Morales
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