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Voto de Antonio Morales:
6
Drama Cuenta la historia de Madame DuBarry, quien de humilde origen, llegó a alcanzar el puesto de favorita del rey Luis XV, quien la hizo condesa al casarla con un noble de la Corte, así como los hechos que llevaron a la Revolución Francesa. (FILMAFFINITY)
24 de marzo de 2014
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine silente guarda las claves de lo que sería considerado como el séptimo arte. Su técnica, su lenguaje, se fue definiendo y perfeccionando por los pioneros como Meliés, Griffith, Dwan, Chaplin, Lang, Murnau entre otros, y este director que nos ocupa, Lubitsch, todos ellos realizaron una amplia carrera en la época silente hasta llegar a ser considerados como maestros. Su legado, gracias a las nuevas técnicas de restauración y digitalización han podido ser recuperadas es condiciones aceptables para que los aficionados las podamos disfrutar. El grupo DIVISA dentro de su colección “Orígenes del cine”, ha editado esta estupenda obra con dos grandiosos actores de la época: Pola Negri y Emil Jannings.

La película de Lubitsch está concebida como el retrato de una superviviente, Jeanne Vaubernier, después conocida como Madame du Barry, en tiempos de bonanza monárquica y antes y durante la revolución. Es un film adscrito a la modalidad del cine alemán de época y de espectáculo, algo en lo que Lubitsch se convirtió en un consumado especialista pese a demostrar siempre mejor talento para el drama íntimo y la comedia corrosiva. Pero si importante es la restitución formal de una época, no lo es menos el intento por parte del cineasta y sus guionistas, de dotar de rasgos tan creíbles como mundanos a la protagonista del drama o, como escribió Herman G. Weinberg en “El toque Lubitsch”, “¿qué había de malo en que se usase la Historia como telón de fondo para una intriga de alcoba?”

Las licencias históricas estaban, entonces y ahora, al orden del día cuando se hacía el denominado cine histórico, así que buscar la verdad entre las rendijas de “Madame du Barry” es tarea inútil, algo que puede decirse de casi todas las películas que han tratado el tema de la Revolución Francesa. A Lubitsch le interesaba mucho más mostrar las estrategias de su personaje, la forma que tiene de debatirse entre sus pasiones y sus necesidades: la protagonista antepone siempre la búsqueda de la estabilidad a la captura del amor, aunque en muchos momentos asuma la categoría de la heroína marcada por un fatalismo que corre en paralelo a la decadencia de sus valores sociales adquiridos, los de la clase aristocrática, en un momento de cambio radical liderado por la burguesía y el proletariado.
Antonio Morales
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