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Voto de Antonio Morales:
8
Drama En los campos manchegos una mujer trabaja la tierra con la ayuda de un joven forastero. Su marido está en prisión por un crimen que cometió en un ataque de celos. Todo va bien hasta que el hombre recobra la libertad y con él vuelven los fantasmas del pasado. (FILMAFFINITY)
22 de octubre de 2015
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como amante de la música clásica, lo primero que me ha sorprendido agradablemente es la forma tan natural con la que el director inserta los fragmentos de las sinfonías y las sonatas para piano de Bethoveen en la película, sutilmente en los momentos adecuados. Pocos cineastas españoles han conseguido ilustrar un film con las notas clásicas tan admirablemente como este poderoso drama rural del vigués Manuel Mur Oti (1908-2003). Cineasta republicano, marinero viajero y autodidacta, guionista y director creativo e intenso, cayendo en el olvido de forma injusta, que no ha gozado del reconocimiento que sí han tenido otros de su generación. Sin embargo, su irrupción fue llamativa, alcanzando con prontitud notoriedad en el tramo inicial de su carrera, una de sus mejores obras, en mi opinión es “Condenados”.

El propio cineasta la adapta de la novela homónima de José Suarez Carreño, aportando al relato su personalidad más cerca de las pasiones humanas, influido por el cine soviético y distanciándose del honor y la infidelidad en la que la novela era más incisiva. Narra un triangulo amoroso, el calvario de Aurelia (una atractiva y carnal Aurora Bautista) que cultiva una tierra abandonada, en soledad, repudiada por todos, pues su marido, José (Carlos Lemos) mató años atrás a un hombre que se atrevió a amarla, y la llegada de un laborioso forastero, Juan (José Suárez), quien desafía las habladurías, se emplea como su criado consiguiendo que las cosechas sean copiosas, el ganado aumente, el molino gire, preso de un amor reverencial y enardecido por su ama. El regreso anticipado del esposo donde cumplía condena, propiciará la rivalidad entre amo y sirviente por la mujer de la casa.

Una especie de esquizofrenia recorre este film, de una fuerza visual arrasadora, arraigados conceptos como la sumisión de la mujer, la moral patriarcal, la murmuración del entorno, las relaciones entre amos y criados… se contraponen a una cámara que explora las pulsiones atávicas más incontrolables, las tensiones subyacentes, el dramatismo escénico del paisaje en tierras manchegas con sus llanuras sin árboles, el deseo insatisfecho y la sexualidad aplazada. El retrato femenino está construido sobre la fortaleza magullada de una mujer víctima del infortunio, unos personajes instalados en la resignación, admitiendo el poder del destino por encima de las voluntades individuales, arrastrados por los celos patológicos y paranoicos del marido que reivindica su propiedad, tanto material como personal.

Una película expresiva y de una gran tensión narrativa, con escenas y encuadres memorables, su realización transmite con precisión los sentimientos de los personajes, espléndidamente dibujados, que retrata la estrechez del clima circundante y valora la importancia de la naturaleza, la palpitación febril en la mirada de José hacia su esposa, donde el miedo se atisba, planea constantemente sobre Aurelia, miedo que reprime, atenaza y condena, no hay escapatoria real para Aurelia que interioriza los prejuicios seculares más recalcitrantes, la mujer como objeto de deseo y perdición a la vez. Grandiosa película.
Antonio Morales
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