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Voto de Antonio Morales:
5
Drama Don Rodrigo (Fernando Rey), un noble que ha emigrado a América, regresa a España al enterarse de la muerte de su hijo. El conde vuelve a la que un día fuera su casa y ahora es propiedad de su nuera. Cuando se entera de que su hijo estaba separado de su mujer y que una de sus nietas no es hija de él, se obsesiona por descubrir cuál de las dos es su nieta legítima... Adaptación de "El abuelo", una novela de Pérez Galdós que ya había sido ... [+]
2 de febrero de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sangre, el linaje, el honor, la decadencia de una determinada clase social que se resistía a desaparecer, la lucha de clases, son los temas que critica el autor de esta excelente novela decimonónica, el gran Benito Pérez Galdós. Desconocía esta adaptación del muy respetable cineasta Rafael Gil, con títulos memorables en los años 40 y 50, pero que tras hacerse productor, emprendió un tipo de cine comercial que nunca estuvo a la altura de tiempos pretéritos. Y eso se nota muchísimo si comparamos esta versión de “El abuelo” con la soberbia adaptación que hizo en 1998 José Luis Garci sobre la popular novela, con el magistral Fernan-Gómez, infinitamente superior a la de Gil. Una recreación muy fiel que la ennoblece y la dignifica mucho más, con una reflexión muy humana y sincera sobre la naturaleza humana.

La realización de Rafael Gil me ha parecido algo desmañada, más cercana a una realización para la televisión que para la gran pantalla, un detestable uso del zoom, pese a la buena fotografía de Aguayo, muy habitual y de moda en aquella época que denota una cierta rutina poco cuidada. El guión de Rafael J. Salvia, adaptado a los años 30, me parece manifiestamente mejorable. El casting es un despropósito, en absoluto achacable al trabajo de los actores, sino más bien a la torpeza del director y productor, Rafael Gil: Fernando Rey resulta un abuelo muy impostado para sus 55 años, Analía Gadé me resulta casi una furcia sin personalidad para su clase social, el arribista encarnado por Rafael Alonso no está a la altura del maestro apocado que hizo para Garci, en cambio sí que Agustín González lo clava como abyecto trepa en la versión posterior.

Relata la decadencia de una clase aristocrática. Don Rodrigo de Arista Potestad, conde de Albrit, señor de Jerusa y de Polán, un anciano impulsivo y cascarrabias que tras la muerte de su hijo, regresa arruinado de América a su pueblo con el objeto de descubrir cuál de sus dos nietas es la legítima. Con la animadversión hacia Lucrecia, nuera que siempre detestó, es la madre de sus dos hijas (Leonor y Dorotea, a quienes llama por sus diminutivos en inglés, Nelly y Dolly) una de las cuales no es nieta de Rodrigo sino que fue origen de una aventura infiel entre Lucrecia y un pintor llamado Carlos Eraul.

Pio Coronado, el maestro instructor de las niñas maltratado por su bondad; Lucrecia, esposa infiel de vida desocupada y fácil que intenta recluir al suegro en un convento para librarse de la rigidez moral del anciano. Senen es un pedigüeño mezquino y traidor. La relatividad del honor ante la fuerza irresistible del cariño, una digresión sobre el suicidio, unido a ciertas pinceladas anticlericales y sobre todo el retrato de un pueblo y sus gerifaltes o fuerzas vivas cargados de hipocresía y mezquindad, arribistas, mentirosos y cobardes, vendiendo sus conciencias al mejor postor, que da pie a Don Rodrigo para mostrárles su desprecio a cada uno de ellos, son asuntos subyacentes que interesan más que el tema bastardo. Lástima que el film de Gil no esté a la altura de la obra.
Antonio Morales
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