Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Antonio Morales:
6
Romance. Drama Dos historias de amor en dos etapas de la vida: la rosa es la de dos niños de 12 y 13 años, Guillermo y Margarita, que viven con timidez y emoción su primer romance, y la amarilla relata cómo una pareja de ancianos, Valentín y Josefa, se aman en silencio en el asilo donde viven. (FILMAFFINITY)
21 de septiembre de 2016
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Manolo Summers fue un artista polifacético, romántico y ecléctico, mal visto por la crítica por sus ideas afines al antiguo régimen. Su carrera cinematográfica fue irregular, destacando por encima de todo sus dos exitosas primeras y más dignas películas: “Del rosa… al amarillo” y “La niña de luto”, son dos pequeñas obras, la primera en blanco y negro y la segunda en color, que comparten el tratamiento agridulce aplicados a tres historias de amores no consumados. La primera película, la que nos ocupa, nos situá en dos momentos de la vida de una persona en la que es más vulnerable ante el amor. Por un lado la infancia y por otra, la vejez. Protagonizados por dos parejas, una de niños y otra de ancianos, mientras la tercera historia pertenece a la segunda película y complementaria que aludía anteriormente. Trataba los problemas de dos jóvenes que no podían casarse por rígidas costumbres referentes al luto familiar, que Summers no pudo filmar conjuntamente en un sólo film por falta de dinero.

Se trata de un precioso retrato del amor más altruista y puro, el más noble, el más romántico por su desinterés material y reflexivo. Aunque resulta un film desequilibrado: el primer segmento se alarga hasta casi 60 minutos, para lo poco que cuenta, cosa que redunda en beneficio del segundo segmento, más corto (apenas 30 minutos) pero también más conciso. Ello se debió al problema técnico surgido al hacer desaparecer el episodio central, ante lo cual Summers probablemente decidió ampliar el de los niños, más ágil y variado, que el de los ancianos, más lento y desarrollado básicamente en un escenario. Ambos segmentos tienen un canción que, a modo de “leit motiv”, ilustra y resume las intenciones del film, “Mirando al mar” en el caso de la historia infantil y “Toda una vida” para el de amor otoñal. Los dos relatos se caracterizan por su tono ingenuo, pero es en el primero donde más fácil se intuyen rasgos autobiográficos del director.

De todas formas, lo mejor de este episodio reside en sus detalles tiernos y alguno jocoso, aunque algo simplista. El segmento de los ancianos, por el contrario, hace gala de cierta severidad en el tratamiento visual. Su construcción es sencilla pero eficaz, Summers muestra una correcta utilización de la voz en “off” en las lecturas de amor de las cartas que se envían. Personalmente me ha recordado mi niñez con una historia de amor parecida, que casi todos hemos vivido de una u otra forma en la más tierna edad, los juegos en la calle, los avatares de la férrea doctrina escolar, el campamento de verano de la J.O.N.S. (Juventud Obrera Nacional Sindicalista), una de las ramas ideológicas del régimen para adoctrinar en tono militarista a aquella juventud.
Antonio Morales
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow