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Voto de Antonio Morales:
7
Bélico Desastre del 98: España pierde sus últimas colonias. El capitán español Las Morenas, comandante del destacamento de Baler, en las islas Filipinas, observa síntomas de una inminente insurrección en su distrito. En espera de los acontecimientos, decide recluirse con su tropa y, tras estallar la revolución, esta situación se prolonga durante un año... (FILMAFFINITY)
31 de enero de 2017
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, es cierto que estamos ante una película de exaltación patriótica, pero eso no le resta ningún mérito en su factura técnica y artística, además de estar bien documentada, se trata de una gran película de aventuras coloniales hecha con dignidad y profesionalidad que no se avergüenza de defender nuestra idiosincrasia, como lo han hecho otras cinematografías con su Historia (Americanos, Británicos, Franceses), porqué existen esos absurdos prejuicios de vilipendiar lo que nos une, hurgando en las heridas de lo que nos separa. Una versión que refleja los hechos históricos y que verdaderamente hace justicia a sus héroes, siendo traicionados y abandonados como casi siempre por nuestra casta política timorata y acomplejada. Film emocionante con excelentes actores, canciones populares, humanismo y virilidad, sin petulancia pero con nostalgia.

El “remake” moderno del tema, film estrenado el pasado año que no he visto, al parecer, arroja una visión muy distinta de la que emitió ayer La 2 de TVE, que ensalzan los titiriteros que ahora manejan la ideología del cine español, y que ha sido objeto de las críticas en redes sociales, porque representa una difamación (soldados desmotivados, jefes despóticos y sacerdotes oscuros) y afrenta a la memoria de nuestros caídos, cuando hay documentos que prueban el sacrificio y la tenacidad, al pretender negar sus valores patrióticos y su amor a España. Porque lo políticamente correcto es ser un "tío progre", analfabeto en asuntos de historia que desprecia la memoria de su país, equiparando el sentimiento español con la ideología totalitaria. Lo que “mola” es despreciar tu cultura, tus tradiciones y tus valores, con la pueril excusa de que eres más moderno y demócrata que nadie.

Corría por entonces el Siglo XIX, el imperio norteamericano se abría paso a codazos, una época aciaga para el ya inexistente imperio español. Y es que, el tiempo feliz en el que en el territorio hispano bajo el reinado de Carlos I de España y V de Alemania donde “no se ponía el sol”, ya hacía años que se había ido por el retrete, asolado por la decadencia de una casta corrupta, asesores de reyes indignos y felones a través de cientos de años y había desaparecido de la memoria colectiva. De aquellas regiones conquistadas y colonizadas por medio mundo, tan sólo quedaban en cartera Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam. Y andábamos a bofetadas con los lugareños para mantenerlas.

En 1898, y durante casi un año, un pequeño destacamento hispano resistió en una iglesia la embestida del enemigo esperando unos refuerzos que nunca llegaron. Harapientos, enfermos, y débiles por no tener nada que llevarse a la boca. Aunque también valientes y decididos a dar hasta la última gota de sangre por su país. Así fue como un puñado de militares presentes en Baler, isla de Luzón (a 200 kilómetros de Manila) defendieron en 1898 el último territorio español ubicado en Filipinas: una pequeña iglesia en la que esperaron durante casi un año la llegada de unos refuerzos hispanos que nunca llegaron. En los 337 días de resistencia, estos soldados no admitieron nunca la derrota de la metrópoli. Sin embargo, terminaron por abandonar el lugar tras recibir noticias de la retirada definitiva de España de la colonia. Por ello, fueron conocidos en la Historia como “Los últimos de Filipinas”.
Antonio Morales
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