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Voto de Antonio Morales:
3
Drama. Romance En el Madrid de finales del siglo XIX, el joven Fabián Conde lleva una vida totalmente disoluta. Entre sus amantes está Matilde, cuyo marido ha sido destinado a las islas Canarias. Con el fin de evitar las habladurías de los vecinos, Matilde trama un plan: hace venir a su sobrina Gabriela para que sirva de "tapadera" de su trajín amoroso con Fabián. (FILMAFFINITY)
31 de mayo de 2016
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sáenz de Heredia tenía en mente antes de rodar “Raza”, escrita por el caudillo al servicio de la causa, la adaptación de la novela decimonónica del escritor perteneciente al movimiento realista Pedro Antonio de Alarcón (1833-1891) “El escándalo”, pues sentía una especial fascinación por ese libro que había leído de un tirón. Una vez terminado el encargo de Franco, se afanó en el ansiado y lujoso proyecto. Pero desgraciadamente, a pesar del éxito clamoroso de su estreno, a día de hoy, sus valores y virtudes han sido arrasados por el tiempo, los dramas y peripecias que les ocurren a los personajes, nos resultan ridículos y extravagantes, nos nos interesan lo más mínimo. La narrativa es farragosa y llena de artificio, cuesta seguir con interés una trama tediosa y anodina, de un disoluto y ridículo galán que lleva una vida hedonista, Fabián Conde, un relamido conquistador que tendrá que asumir sus pecados con una dura penitencia como medio de redención.

Sáenz de Heredia se jactaba de que “El escándalo” era ¡La única novela que había leído en su vida!… me parece penoso para un cineasta de su categoría. Esta pomposa y cara recreación de la sociedad del siglo XIX, desprende un desagradable olor a naftalina, de supuestos caballeros y hombres de honor que se baten en duelos a día de hoy, absurdos y sin fundamento, con situaciones y diálogos ridículos, la lealtad, el adulterio, las amistades traicionadas, el sentimiento de culpa, mentiras y bulos, títulos aristocráticos en juego y grandes dosis de mezquindad. El retrato de la sociedad trasladada a una época pasada, es lo que discretamente intenta mostrar el relato en el que los personajes no consiguen nuestra empatía, sólo desidia y displicencia.

Una historia cargada de moralina hipócrita que el cineasta, seducido por el mensaje retrógrado y maniqueo, convierte el film en un melodrama folletinesco, rancio y acartonado, con unas actuaciones excesivamente teatrales e histriónicas, que quizá estaban de moda en la época pero que a día de hoy, resultan desmedidas, artificiales e impostadas. La ideología liberal, la abandona por la conservadora y también católica del escritor, que ensalzaba unos valores que le venían muy bien al régimen franquista del que Sáenz de Heredia era un un abnegado ejecutor. Si algún crítico postmoderno quiere presentar la película como fundacional, como una ruptura hacia hacia el cine español de los años cuarenta, pues me parece que le hizo un flaco favor al cine nuestro, afortunadamente, no todos siguieron esas directrices. Una clara muestra del peor cine español, adocenado y mediocre, un engendro lamentable que triunfó en una sociedad que se identificaba con esos valores. Afortunadamente al año siguiente otra novela del mismo autor “El clavo” fue adaptada maravillosamente por Rafael Gil.
Antonio Morales
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