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Voto de Antonio Morales:
7
Drama Relato de los sucesos políticos acaecidos tras la muerte de la princesa Diana. Se centra sobre todo en las conversaciones que mantuvieron la Reina Isabel y el Primer Ministro Tony Blair para llegar a un acuerdo sobre la petición popular de que se celebrara un duelo nacional. (FILMAFFINITY)
26 de marzo de 2016
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando el 31 de Agosto de 1997 murió la princesa Diana de Gales, el Reino Unido acababa de dar un giro radical políticamente. Toni Blair (Michael Sheen) había conseguido la victoria Laborista tras veinte años gobernando Margaret Thacher. Momento propicio para que la monarquía británica fuese cuestionada, sobre todo si se reaccionaba en contra del sentir popular, claramente identificado con la malogra Diana. El film de Stephen Friars no se posiciona ante los hechos y las diferentes posturas, tirando de imágenes de archivo, recrea en parte el ambiente de aquel tiempo. “The Queen” es un magnífico estudio sobre conceptos como lealtad y tradición, Historia y presente, chismorreos y realidad…

Pero ante todo, es una bella pieza de cámara sobre la reina Isabel II, quien se ve aislada e incomprendida, tanto en el castillo de Balmoral donde se retiró al enterarse de la muerte de Diana, como en su propia casa, el palacio de Buckingham, donde lleva una extraña vida matrimonial con su esposo consorte (James Cromwell). El espectáculo es digno de las más peculiares tradiciones británicas. Sólo en el país donde la grosera basura de los tabloides amarillistas comparte espacio con la sutil ironía del humor más civilizado, donde la muerte de una moderna princesa plebeya puede hacer tambalearse a la añeja institución monárquica, y donde las tradiciones realistas del cine británico tienen un profundo arraigo, un retrato sarcástico de reyes y gobernantes.

Los méritos de este sabroso juguete, que recaen tanto en el habilidoso guión de Peter Morgan, como en la sabia dosificación de registros administrados por Stephen Frears y en la memorable creación de Helen Mirren en el papel de la reina. Por fortuna Mirren trasciende las fronteras de un interpretación mimética de la verdadera Isabel II para adentrarse en el apasionante territorio de la creación, consiguiendo un personaje rico y contradictorio, el mejor papel de su carrera sin duda. La representación despliega, es cierto, una finísima sátira capaz de abrir en canal las intimidades de la monarquía y la residencia del primer ministro cuando la muerte de Lady Diana Spencer, enfrenta a un bisoño y avezado primer ministro laborista con su soberbia y vulnerable alteza real.

Toda la puesta en escena está concebida y desarrollada al servicio de los intérpretes dentro de una opción plenamente deliberada y sin duda coherente con lo que se perseguía, y es una progresiva humanización de esa monarquía, una reina de corazón sensible bajo esa máscara de hierro que aparenta. A la vez que, muestra a un camaleónico político de izquierdas capaz de convertirse en adalid de la monarquía para conservar el poder. Una película agradable, amena y muy bien filmada que se disfruta y se digiere sin problemas.
Antonio Morales
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