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Voto de Antonio Morales:
7
Western El teniente Hazard (Troy Donahue), un joven oficial recién salido de la prestigiosa Academia Militar de West Point, llega a su primer destino: un fuerte en Arizona con una pequeña guarnición poco disciplinada y constantemente amenazada por el jefe indio Águila de Guerra. Al mismo tiempo que instruye a sus hombres se enamora de la esposa del oficial que está al mando. (FILMAFFINITY)
1 de febrero de 2017
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Despreciar este último western de Raoul Walsh es tan injusto como absurdo, además de desconocer el universo del maestro por las razones que voy a apuntar. Walsh vuelve a utilizar como lo había hecho en “Los implacables” de forma soberbia, las ventajas del color, el formato panorámico y una mirada en la que, junto a la combinación de veteranos y jóvenes actores impuestos por la Warner, irá ligada a propuestas en las que el clasicismo, la ironía y la melancolía por el ocaso del género quedan patentes en sus imágenes. Un sentido del ritmo trepidante, que no desdeña, por supuesto, los apuntes poéticos de romántico lirismo, su desprejuiciada mezcla de humor y épica, una brillante forma de integrar un seco realismo costumbrista con el drama, con la aventura, con la familiaridad de sus héroes novelescos, unos secundarios osados y burlones, haciéndolos creíbles y simpáticos pero también contradictorios y conmovedores. Ese es el arte de Walsh, donde la imagen es poderosa y domina la narrativa como una vivencia personal e intransferible.

Última película en la filmografía del maestro, se dice que la dirigió, pese a su avanzada edad, montado a caballo. Lo cierto es que asistimos a una mirada que combina lo vitalista con lo elegíaco. El film es un compendio de pasado, presente y futuro, a través de la mirada del joven teniente Matthew Hazzard (un inexpresivo Troy Donahue), graduado en West Point, destinado a Fort Delivery, en el desierto de Arizona. Hazzard es un militar bien formado, lleva consigo una nueva mirada en torno al universo indio, desprovista del habitual rechazo, conoce su brutalidad pero entiende sus motivos. Tras las primeras imágenes de su viaje al destacamento, se aprecia la situación que el oficial va a encontrar, sin mayor relevancia que marcar de cerca el protagonismo de los indios, que en su mayoría aceptan su destino en las reservas, salvo Águila de Guerra que desafía al gobierno con su actitud rebelde. Pero el primer deber del teniente es disciplinar a una guarnición desmotivada e inepta que pone en peligro la seguridad del destacamento. De castigar a racistas y desertores, de ahuyentar a un comerciante blanco poco escrupuloso, de golpear a un superior indigno y abyecto, de encontrar carretas y soldados perdidos, de recuperar caballos y de negociar con los indios una paz justa, de rechazar condecoraciones hipócritas.

Y como en todo western clásico que se precie, no puede faltar la historia de amor... También encuentra en su nuevo destino la atracción paralela de dos mujeres. Una es la reflexiva y sensual Kitty (Suzanne Pleshette), casada con otro oficial. La otra es su novia Laura (Diane McBain) que se presenta inesperadamente en la guarnición. Una encrucijada a la hora de elegir un modo de vida, al dar paso a los sentimientos, dilucidando entre respetar las convenciones o liberar los sentimientos internos, siempre siguiendo sus instintos y experiencias. Todo ello es la base en la que se sostiene este bello western de paisajes agrestes rojizos y cielos azules por cortesía del operador William H. Clothier, hermosas cabalgadas donde predominan los encuadres panorámicos resaltando la libertad y primitivismo de sus moradores en claro homenaje al pueblo indio, la marcha pegadiza y persistente a toque de corneta de Max Steiner. Las casacas azules polvorientas que denotan lo inhóspito y árido del territorio, 23 años después de filmar la leyenda del General Custer, vuelve a recrear la trayectoria de otro oficial de West Point, esta vez sin el aliento romántico que animaba las andanzas del indisciplinado guerrero, pero con la misma vitalidad de entonces, que sólo un maestro como Walsh sabía mostrar, incluso con actores menos competentes.
Antonio Morales
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