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Voto de Antonio Morales:
9
Cine negro. Intriga. Drama Comienzos de la Guerra Fría, en Viena, 1947. El norteamericano Holly Martins, un mediocre escritor de novelas del Oeste, llega a la capital austríaca cuando la ciudad está dividida en cuatro zonas ocupadas por los estados aliados de la II Guerra Mundial. Holly va a visitar a Harry Lime, un amigo de la infancia que le ha prometido trabajo. Pero su llegada coincide con el entierro de Harry, que ha muerto atropellado por un coche en plena ... [+]
12 de septiembre de 2013
30 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estaba ya Carol Reed con cámaras y focos instalados en las alcantarillas de Viena, donde estaba previsto filmar la caza de ese “tercer hombre” que da título al film, y aún no había actor que lo interpretase. Robert Mitchum, el previsto, fue enchironado en California por adicto visitante al saco de marihuana que usaba como almohada; y el productor Alex Corda, se puso en contacto con Orson Welles para que lo sustituyese. Éste necesitaba dinero urgente para poder terminar su interrumpido Otello y aceptó sin pensarlo. Una vez allí, a Welles no le convenció el personaje de Harry Line y lo rehízo por su cuenta (sospecho que fue más allá, por el resultado). Luego declararía que fue con el beneplácito del director.

Aunque Carol Reed firma esta obra del cine negro expresionista, la influencia de Orson Welles planea inevitablemente en cada plano. La sombra de Welles era alargada. Muchos han creído percibir su autoría en buena parte de los planos, secuencias, insertos y diálogos más celebrados. Lo cierto es que el personaje de villano sin escrúpulos que interpretaba el director de “Ciudadano Kane” en esta película tiene tanto peso específico que, sutil e irremediablemente, hace escorar de su lado cualquier comentario cinéfilo, por muy desapasionado que éste pretenda ser.

El estilo de la puesta en escena de Reed, además, reviste no pocas similitudes con el utilizado por Welles en sus obras personales, añadiendo más leña al fuego alimentado desde hace décadas por los mitómanos peor intencionados. De una forma u otra, el misterio que envuelve el rodaje de “El tercer Hombre” le sienta bien el guión firmado por el ex espía ilustrado y novelista Graham Greene. Con más de 60 años, la película guarda una gran vitalidad, la iluminación y los encuadres forman parte de la memoria colectiva. Reed retrata una Viena siniestra y arruinada, ocupada por las cuatro potencias vencedoras que se reparten la ciudad. Asolada por unos personajes de moralidad ambigua, con un entramado de estraperlo y tráfico de penicilina que pone al descubierto lo peor de la condición humana, y lo hace brillantemente.

“El tercer hombre” supone también una reflexión sobre la amistad y los límites de la misma, sobre la traición y sobre el compromiso. La aventura de Holly Martins (Joseph Cotten) supone uno de los periplos más pesimistas de la historia del cine. En la construcción del clima moral del relato influye decisivamente la elección de Viena como escenario para su desarrollo, una ciudad cuyo antiguo esplendor imperial se enfrenta ahora a los solares ruinosos dejados por la guerra, una mera extensión de las sombras físicas muy bien fotografiadas por Robert Krasker. Otro elemento esencial es la banda sonora, una sencilla composición de Anton Karas, que todos hemos tarareado alguna vez, una música bien integrada y sin pretensiones que inunda de principio a fin la atmósfera de esta obra tan peculiar . Este thriller clásico con intensa carga barroca fue elegido por los ingleses hace unos años como la mejor aportación británica a la historia del cine. Eso es, y con mayúscula: pura Historia, resultado una vez más (como ocurre con “Casablanca” o “El Padrino”, resultado de un genial cruce de azares.

Continúa en spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Antonio Morales
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