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Voto de Antonio Morales:
8
Drama. Intriga En la Inglaterra victoriana, una famosa cantante de ópera es asesinada. Su joven sobrina, que vivía con ella, es enviada a Italia, y el caso queda sin resolver. Allí estudia canto y se casa con el pianista acompañante de su profesor. Tras la luna de miel, la pareja se establece en la antigua casa de la cantante asesinada, donde la joven comienza a oír extraños e inexplicables ruidos mientras la luz de gas baja de intensidad. (FILMAFFINITY) [+]
5 de febrero de 2017
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Melodrama criminal en un Londres victoriano y brumoso de claro matiz negro en el sentido específico de la imagen, donde el encuadre, la iluminación y el ambiente responde a un código genérico “noir” en su espíritu. Y en cine, “espíritu” equivale a decir “puesta en escena”. Cukor no sólo era un director de mujeres y comedias, era también un gran narrador, y lo demuestra con un guión artificioso y algo folletinesco, pero del que sale airoso gracias a un estilo definido y maestría artística que incluye misterio, crimen, demencia, intriga, el desasosiego, la codicia y el maltrato psicológico bajo esa luz de gas, al que alude el título.

Soberbia adaptación de una obra teatral de Patrick Hamilton, con una ambientación y fotografía prodigiosa, un casting perfecto donde destaca una memorable Ingrid Bergman, hermosa y sensual, ingenuamente enamorada y vilmente acosada por un esposo ladino, premiada merecidamente con el Oscar. “Luz de gas” es una película que te atrapa desde el principio, dominada por una atmósfera opresiva e inquietante, plena de detalles y situaciones dramáticas que van alimentando la tensión progresiva de su trama. La cuidada elaboración de unas relaciones personales entre una joven (Bergman) afectada por un crimen del pasado es perseguida y secuestrada por su siniestro esposo (Boyer) antiguo pianista de oscuro pasado. Al que sólo la intuición y sospecha de un inspector de policía (Cotten) pondrá en peligro los planes del abyecto pianista.

Su mirada inquisitorial, su falaz galantería, sus cambios de humor, sus gestos despóticos, su hipocresía moral, su ambición desmedida y la forma de humillar a su esposa ante las criadas, le confirman como un villano ejemplar, como presumía el maestro Hitchcock: “Cuanto mejor dibujado está el malo, más lograda resulta la trama”, y es que “Gaslight” recuerda mucho a la “Rebeca” y su posterior “Encadenados” del director inglés. Un film que no oculta sus orígenes teatrales pero narrada de forma muy visual, con largas secuencias en un sólo decorado, donde prevalecen los gestos y las miradas. El número 9 de Thorton Square se convierte en una mansión inquietante y tenebrosa lleno de malos recuerdos para nuestra heroína, allí vuelve Paula para vencer sus miedos una vez casada con Gregory tras una idílica luna de miel por Europa.

Finalmente me gustaría destacar la secuencia de la fiesta donde acude el matrimonio invitado por una aristócrata conocida de Paula, un prodigio de puesta en escena: el clima elegante, la distinción calculada, la falsedad de las apariencias, la maquinación del marido al ver la presencia del inspector, el juego de miradas, mientras se interpreta al piano la Balada n.º 1 de Chopin (la misma que utiliza Polanski en “El pianista”, cuando el judío toca ante el oficial alemán), una música delicada y evocadora que ilustra con un toque de glamour poco habitual, cine en estado puro sólo al alcance de los grandes maestros. Una película inolvidable.
Antonio Morales
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