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Voto de Antonio Morales:
6
Drama Tatin es un joven de quince años que entra a formar parte de un grupo violento de ideología ultraderechista, liderado por una mujer madura de influyente personalidad. (FILMAFFINITY)
5 de noviembre de 2015
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
El testimonial film de Gutiérrez Aragón, pretendía mostrar (hoy afortunadamente superado) algo que estaba sucediendo en la España de la transición a la democracia, algo que en aquel momento todos sabíamos: el fascismo era una seria amenaza para la nueva etapa democrática. El cineasta presentaba el problema sin dar soluciones fáciles, lo cual es de agradecer, aunque sí es cierto, que echo en falta una cierta profundización en los orígenes del comportamiento de esa siniestra familia. La imagen de estos incontrolados, es en mi opinión, el fruto de tantos años de autoritarismo por parte de los vencedores. Es la imagen del terror, la destrucción y la muerte. Nos muestra el fascismo poniendo el dedo sobre la llaga.

Planteada como un cuento macabro con una estructura de leyenda, que tanto gustaba al director, es un perverso cuento de hadas, siguiendo esa lectura: Tatin (José Luis Alonso), sería el héroe que pretende conquistar a la princesa, que podría ser la joven Rosa (Ángela Molina); Blanca, la pérfida madre de la familia (María Luisa Ponte), sería la perversa madrastra; la guarida del ogro seria la casona gótica que habitan incluso con la habitación y las camas de los siete hermanos donde duermen. Una película que desvela la esencia del fascismo, su brutalidad irracional, Manuel Gutiérrez Aragón y José Luis Borau, co-guionístas interesados en el grupos paramilitares y fascistas, concretamente de los “Guerrilleros de Cristo Rey”. Mientras Gutiérrez Aragón busca más la fantasía y la metáfora intemporal, Borau prefiere el realismo, el raciocinio y el orden, la película termina siendo una diabólica mezcla de ambas tendencias.

La película se filmó en un clima de profunda tensión política mientras un grupo de fascistas irrumpía en el despacho de los abogados de la calle Atocha, que luego sería llevado a la pantalla por Bardem con el título de “7 días de Enero” que evocaba aquella matanza. Una película, que en el fondo, no deja de ser, la iniciación de un cachorro fascista que quiere incorporarse a la camada de lobos asesinos que amamanta la madre, es el delirio en la fuerza, en la sinrazón. El cineasta nos invitaba a la reflexión a través del adolescente cachorro subyugado por la camada, no por infeliz resulta más desgarrador y patético.

No puedo sustraerme a la idea de que el joven cachorro del film, está muy próximo al desgraciado Lacombe Lucien de Louis Malle. En ambos se da cita una alarmante falta de experiencia, en ambos se lucha también por llegar a ser algo. Es decir, buscan un ascenso social, porque no son nada, sólo piltrafas humanas que van dando tumbos por la vida, saboreando las mieles del triunfo cuando comulgan con la ideología que pretenden mostrarles los que en el fondo, tratan de aprovecharse de ellos. El fascismo les dará poder pero no la felicidad.
Antonio Morales
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