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Voto de Antonio Morales:
8
Drama. Romance Melodrama que denuncia la hipocresía y los prejuicios morales de la sociedad a través de la historia de Marie St. Clair (Edna Purviance), un sencilla joven de un pequeño pueblo francés enamorada de un pintor. Primer drama del maestro Chaplin que dirigió para la United Artists, productora y distribuidora creada entre otros por él mismo. (FILMAFFINITY)
6 de enero de 2015
30 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rechazada por escandalosa, por el público de la época, pero apreciada por cineastas como Lubitsch, “Una mujer de París” fue el primer drama de Chaplin, donde sólo hacía un cameo y, pese a haber permanecido en el armario del cineasta por más de medio siglo, Chaplin la restauró dos años antes de morir con una nueva banda sonora. También suprimió del inmaculado negativo del film, el rótulo inicial que decía: “La humanidad no se compone de héroes y villanos, sino de hombres y mujeres, y todas sus pasiones, buenas o malas, les han sido dadas por Dios. Su pecado es sólo ceguera y el ignorante condena sus errores, pero el sabio se apiada de ellos”. Chaplin quizá lo retiró por modestia, pero tenía más razón que un santo.

La película es infinitamente moderna para su tiempo, un drama romántico impregnado de un realismo que escandalizó a la puritana sociedad de su época. En ella se describe sin tapujos a mujeres cortesanas de lujo que viven como amantes de hombres ricos en el París bohemio de principios del siglo XX. Narra el amor de dos jóvenes, Jean y Marie cuya relación es rechazada por sus respectivos padres, traicionados por el destino y la fatalidad que les llevará a reencontrarse en la gran ciudad un año después, pero las cosas han cambiado y han perdido la inocencia del amor puro. Es un film sobre lo que se fue, lo que se perdió y la dificultad de recuperar el amor perdido.

Técnicamente todos los indicios apuntan a que ésta película es al cine mudo lo que “Ciudadano Kane” fue al sonoro, casi una revolución. “Una mujer de París” aparece en un momento trascendente del cine mudo, llega cuando el cine parece agotarse en la repetición, cuando parece hallarse en un callejón sin salida. Y abre una nueva pista para llegar a la supresión de los subtítulos, que es la rémora más importante que tiene el cine. Lo que se cuenta debe expresarse debe hacerse por medio de la imagen, y sólo la imagen, y Chaplin, casi lo logra, pues apenas hay rótulos, porque la sutilidad de Chaplin está en los detalles y nadie como él tenía la capacidad de transmitir sentimientos, esta vez detrás de la cámara.
Antonio Morales
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