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Voto de Antonio Morales:
8
Western El azar obliga a un pobre campesino a sustituir al sheriff para escoltar a Ben (Glenn Ford), un peligroso delincuente, que es, además el jefe de una banda de temibles forajidos. Tras cometer un asesinato, Ben es apresado y escoltado hasta un pueblo, por donde pasa el tren que debe llevarlo a Yuma (Arizona) para ser juzgado. Mientras tanto, su banda prepara su rescate. (FILMAFFINITY)
10 de julio de 2014
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tercer western de los seis famosos que rodó Delmer Daves entre 1956 y 1959, y se basa, como la mayoría de ellos en el sempiterno conflicto entre moral campesina y moral ciudadana, tema muy cercano al universo creativo del cineasta, el dilema entre naturaleza y civilización. Un western árido y modesto pero soberbio, que ensambla de forma sencilla la tensión dramática con el romanticismo y el intimismo más lirico, manteniendo los apuntes realistas de la cotidianidad y lográndolo sin que el film, un poema visual, se resienta en ritmo, en hondura y en claridad. Todo ello en un espectacular blanco y negro y formato panavisión. Su pulso vigoroso refleja en cada encuadre, en cada plano, la visión de quien es un autentico creador.

Dan Evans (Van Heflin) es un modesto ranchero al que la sequía le ha llevado a una situación de extrema penuria; cuando le niegan un préstamo de 200 $ para poder mantener a su familia mientras espera la providencial llegada de las lluvias, debe encontrar otro trabajo. El honesto Dan, padre de dos hijos y una abnegada esposa, desesperado, acepta la recompensa por escoltar a un peligroso y mezquino – pero en el fondo un romántico: “Me gustaría tener una esposa como la suya” – jefe de unos bandidos llamado Ben Wade (Glenn Ford) hasta el tren que debe conducirle a prisión. Bien observado el ranchero Evans resume en su personalidad las mismas características que el cineasta Daves: su deseo de eludir los conflictos que no le afectan, su amor por el trabajo bien hecho. Si Evans accede a dejar el núcleo familiar, es sólo por circunstancias extraordinarias y el menor tiempo posible.

Un punto crucial del film – y su más bello fragmento – consiste en una lírica historia del pistolero con la cantinera Emmy (Felicia Farr) contribuyendo al esplendor poético. La película es honesta y bien trabajada que en el fondo, sirve de base para una reflexión también típica del cineasta: la convivencia entre el ranchero y el pistolero, muestra la tosquedad del hombre bueno, demasiado ingenuo fuera de su ambiente, y la elegancia y simpatía del hombre malo, un tanto vulnerable para ejercer de bandido, cuya capacidad de seducción afecta incluso a la fiel Alice (Leona Dara), esposa del ranchero. Una película donde la aridez desértica dará paso a la lluvia reparadora de tensiones y conflictos. Las grúas combinadas con panorámicas son muy bellas, narrada con brío, con amor, y con talento, lo que permite que la película permanezca en nuestra memoria para siempre.
Antonio Morales
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