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España España · Pontevedra
Voto de The Quiet Man:
6
Intriga. Thriller Roberto Bermúdez, abogado y profesor especializado en Derecho Penal, está convencido de que Gonzalo, uno de sus alumnos más brillantes, es el autor del brutal asesinato de una chica cometido frente a la Facultad de Derecho. Decidido a demostrar su versión del crimen, emprende por su cuenta una investigación que acabará obsesionándolo. (FILMAFFINITY)
9 de abril de 2013
80 de 87 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay actores que necesitan de los textos de Shakespeare para dar lo mejor de sí mismos, a Darín le alcanza con recitar la etiqueta de un Champú para lograrlo. No sé cuánto hay de seductor o de embaucador en ello, pero Darín tiene el don de la inmediatez, sus personajes te atrapan al momento. Su sola presencia en pantalla eleva cualquier película, y reconozco en eso (mea culpa) una forma de distorsión a la hora de juzgar la película por encima de su actuación.

La primera hora larga de la película es sobresaliente. La factura técnica, la precisión de la trama, los planos subjetivos, el clima de desasosiego, todo funciona espléndidamente. Hasta las disquisiciones morales, éticas y legales que podrían caer en el exceso, o por el contrario resultar banales o huecas, son oportunas y certeras. El desarrollo de la investigación tiene el ritmo preciso. Los pequeños detalles que se van deslizando y las circunstancias del pasado que afloran, consiguen ser efectivos y crean momentos de tensión bien resueltos. Incluso el paso paulatino de lo objetivo a la obsesión subjetiva está bien medido y graduado.

A partir de la escena del baño protagonizada por Calu Rivero ya es otra película, donde predomina la confusión y la precipitación. Se dejan detalles inconclusos que provocan perplejidad. Es frustrante para el espectador, por ejemplo, que se omita cualquier referencia al ensayo titulado “Tesis sobre un homicidio”, elaborado por el sospechoso y que Roberto (Darín) ni siquiera llega a leer. Resulta toda una ironía que dicho trabajo académico de título a la película, ya que con su exclusión se cierra toda esperanza de concreción en la resolución final.

Si el objetivo fuese la reflexión sobre el papel de los mecanismos de alienación social en los sujetos, o a la inversa, la alteración de la realidad que nos circunda a través de la percepción subjetiva, -temas tratados en el cine en películas como “El quimérico inquilino” o “La conversación”- es lícito plantearse un final donde todo el peso recaiga en el plano subjetivo. Llevar esta discusión a una película de intriga, donde la principal incógnita a despejar será siempre “quién lo hizo” es apostar por el fracaso desde el inicio. Cualquier tesis que se precie de serlo, por muy bien formulada y expuesta que esté, precisa de una conclusión.
The Quiet Man
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