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Voto de Doctor Zaius:
8
Drama Nelly Lenz, una alemana judía superviviente de Auschwitz, regresa a su Berlín natal con la cara desfigurada y acompañada por su gran amiga Lene Winter, de la Agencia Judía. Nelly pide a un eminente cirujano que le reconstruya el rostro para que sea lo más parecida a como era antes. Recuperada de la operación empieza a buscar a su marido Johnny, un pianista. Pero el reencuentro no es lo que ella esperaba. (FILMAFFINITY)
20 de julio de 2015
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Volvemos, una vez más, a la zona cero de la modernidad occidental. Al agujero negro por el que se escurrieron los sueños de progreso e ilustración de la primera mitad del siglo XX. Al momento exacto en el cual, terminada la mayor carnicería de la historia de la humanidad, la incredulidad y el estupor sólo eran comparables en intensidad al horror industrial de lo vivido en Europa. Volvemos y recordamos al Billy Wilder de “Berlín Occidente” y al Rosellini de “Alemania año cero”, aquellas películas de urgencia en las que las ruinas de la capital alemana estaban todavía humeantes y la necesidad de olvidar todo lo acontecido pesaba tanto en el ambiente como las consecuencias materiales y éticas de la barbarie nazi.

Volvemos y lo hacemos atravesando la bruma de la fantasmagoría como excusa argumental: una mujer, Nelly Lenz (interpretada por una espléndida Nina Hoss), superviviente milagrosa de Austchwitz, rescatada por una rica judía entregada a la causa del nuevo estado israelí, sufre una operación facial que cambia sus rasgos. Decidida a recuperar su vida anterior al campo de concentración, se esforzará por recomponer el puzzle de su existencia con unas piezas que están, en el mejor de los casos, deformadas, retorcidas o mutiladas, y, en el peor, simplemente desaparecidas. La protagonista, pues, es un fantasma que busca reencarnarse en su antiguo cuerpo, recuperar su estatus anterior, hacer memoria de lo que fue para poder ser ahora, aquí, en la Alemania de 1945. Sabemos, ya sólo con esos primeros planos de los soldados que cierran Berlin y que muestran su asombro por el hecho de que alguien quiera regresar allí, que la suya es una tarea condenada al fracaso.

El título, que funciona como metáfora sencilla del hecho del renacimiento ansiado, remite al cabaret en el cual la protagonista y su marido se ganaban la vida antes de la guerra, ella cantando, él tocando el piano. Una canción, “speak low”, de Kurt Wile, será el pilar invisible del film y el centro de gravedad alrededor del cual girarán las palabras no dichas, las acciones no ejecutadas, todo lo que no llega a explicitarse ni a declararse durante la narración del drama. El marido de Nelly, incapaz de reconocer a su antigua mujer, hará un pacto con ésta para poder afrontar sus deudas, un pacto que remite al “vértigo” de Hitchcock en su afán de recrear a su mujer supuestamente muerta a través de alguien que le recuerda a ella. Pese a la incredulidad inicial derivada de esta situación, el funambulismo argumental funciona, y los esfuerzos de Nelly por ser Nelly a toda costa a través de la recreación de sí misma acaban por dar lugar a una reflexión por alcance: ¿puede la Alemania post-segunda guerra mundial volver a ser ella misma después del trauma colectivo, después de la ignominia nacional, después de la metástasis nazi en todas las capas de su sociedad? La respuesta de los alemanes, parece decir la película, es una salida en falso a esta pregunta en forma de desmemoria, reseteo y borrón y cuenta nueva.

Mientras el foco de la película permanece fijo en el juego de espejos que llevan a cabo Nelly y su marido, tensionado continuamente por la sospecha de un acto ominoso, otra historia va desarrollándose en paralelo: la de la propia Nelly y Lene Winter, la judía que la ha rescatado de Auschwitz. Esta, tras proporcionarle cobijo y protección, asiste atónita a la mistificación que se desenvuelve ante sus ojos. Este personaje desarrolla un papel crucial en la historia al posicionarse como observador externo de todo lo que ocurre y dar cuenta de la propia estupefacción del espectador: su sorpresa, su indignación, su cabreo, son los nuestros también. Sabemos que Nelly está jugando al peor de los juegos y, fascinados, la seguimos en su peculiar descenso a los infiernos. Y nuestra perspectiva es recogida dentro de la película por esta Lene Winter rica, sofisticada, elegante y descolocada de forma irreversible, la cual pone ante los ojos de Nelly una salida posible a su dilema vital.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Doctor Zaius
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