El guión se basa en la novela autobiográfica de Nicolai Lilin, por lo que nos da a conocer un grupo social natural de Siberia, que fueron deportados por Stalin a Transnistria, y desde entonces juraron guerra al comunismo.
Los Urkas son un grupo social para los que la violencia es una forma de comunicación, que protengen a los suyos, y en los que el tatuaje es toda una cultura, y de los que no se puede hablar.

Las normas que tienen los Urkas son muy estrictas, y el encargado de velar por ellas y transmitirlas de generación en generación en el abuelo Kuzya (John Malkovich). Aquí vemos como ha tratado de transmitir esta filosofía de vida a dos jóvenes amigos, Kolyma y Gagarin. Pero la rigidez de su doctrina hace que uno de ellos no siga el camino marcado por su grupo, lo que hace que se distancien.

El director Gabriele Salvatores tiene años de experiencia, lo que se nota en el tacto que tiene con los distintos tipos de planos. Utiliza los primeros planos para Malkovich y para Peter Stormare, para el resto de jóvenes actores los planos medios. Buenas tomas exteriores, y sutileza a la hora de crear el personaje que interpreta Malkovich, y a la hora de contar la idiosincracia de los Urkas.
Otro punto a favor de la dirección es como consigue crear la ambientación adecuada para sentir la filosofía de los personajes. Igualmente bien jugado la baza de coger a dos actores consagrados John Malkovich y Peter Stormare, con jóvenes poco conocidos

El guión es fruto de la novela de Nicolai Lilin, basada en su propia experiencia como parte de esa comunidad.
Para esta comunidad los abuelos eran prácticamente deidades, los deficientes un regalo de Dios (aquí lo vemos con la figura de Xenya), la muerte una probabilidad diaria, y los tatuajes algo tan espiritual que no se puede preguntar por ellos. En la película el personaje que se puede relacionar con Lilin, es Ink (Peter Stormare, genial en su interpretación).
Lilin cuenta como se tomaban la justicia por su mano, como cuando una joven niña amiga suya fue violada.